No sin mi burka

Una testigo se niega a declarar a cara descubierta en la Audiencia Nacional ante el juez Gómez Bermúdez por motivos religiosos

El Correo, JON FERNÁNDEZ, 24-09-2009

Ya es tradición que los encausados por atroces crímenes entren a un juzgado con el rostro cubierto. Lo extraño es que quien oculte su cara sea un testigo, y más aún que trate de declarar de esa guisa. Pues bien, ocurrió ayer en la mismísima Audiencia Nacional. Fátima Hissisni estaba citada en la causa contra nueve presuntos ‘yihadistas’ detenidos en la localidad barcelonesa de Vilanova i la Geltrú en enero de 2006. Acudió puntual a la cita, pero no llegó a someterse a las preguntas de la fiscal y los abogados defensores. El presidente de la sala, Javier Gómez Bermúdez, suspendió el interrogatorio por considerar que vulneraba el principio de publicidad de las vistas orales. El juez fue tajante: «La ley civil prevalece sobre las leyes religiosas».
Hissisni profesa el islam y es hermana de Hassan, un joven que se inmoló hace cuatro años en un ataque suicida perpetrado en Faluya (Irak) y que presuntamente está relacionado con la célula terrorista detenida en el marco de la ‘Operación Chacal’. Como otras muchas islamistas, la mujer no enseña su cuerpo cuando sale a la calle. De ahí que se presentara al juicio con una especie de burka: vestía con un velo negro que le mantenía ocultos los ojos, una túnica verde oscuro, unos pantalones hasta el suelo y las manos cubiertas con guantes negros. ¿Era realmente ella? Sí, porque le enseñó el rostro a una agente de la Policía Nacional y ésta pudo dar fe de ello.
Al llegarle el turno de declarar es cuando surgió el problema. Gómez Bermúdez le conminó a descubrirse advirtiéndole de que era necesario para conocer sus reacciones. «Viendo su rostro, yo puedo ver si me miente o no, si le sorprende alguna pregunta o no», le explicó. Visiblemente nerviosa, la mujer se negó en rotundo a cumplir la exigencia. «No puedo enseñar la cara y menos a un hombre», contestó alegando motivaciones religiosas.
El magistrado pudo proceder contra ella por desobediencia, pero eligió la vía del diálogo. Siguió como si nada hubiera ocurrido tomando declaración al resto de testigos y citó en su despacho a Fátima al término de la vista para intentar llegar a una entente. Ayudado por la fiscal Dolores Delgado, Gómez Bermúdez que se encargó en su día de juzgar a los implicados en el 11-M convenció a la mujer de que su intención no era contravenir sus ideas religiosas. Se trataba de una cuestión legal y, para explicárselo, le dijo que incluso «una monja de clausura» estaría obligada a declarar a cara descubierta si estuviera en la misma situación, según relataron fuentes presentes en la reunión. Al final hubo ‘fumata blanca’. La mujer aceptó ser interrogada el lunes de espaldas al público y mostrando sólo una parte de la cara, la que va «desde las cejas al mentón».
A su salida del tribunal, Fátima Hissisni se mostró satisfecha por el acuerdo y el trato recibido. La testigo, casada con un ciudadano español, señaló a los medios de comunicación que el juez había sido «muy amable» con ella. Se le notaba «contenta» porque se le había prometido que declararía sin cámaras y no sería vista en ningún momento por los asistentes al juicio. Quizá sea cierto aquello de que hablando se entiende la gente.

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