¡VAYA HUMOS!
Aguirre y la geografía de España
El Mundo, , 24-09-2009Derribar fronteras era lo progre hace unos pocos años. «El género humano es la Internacional», se oía hace nada en el pueblo leonés de Rodiezno, por no recordar esa magistral clase de Geografía española que da Miguel Hernández en Vientos del pueblo me llevan: «Nunca medraron los bueyes en los páramos de España». Se trataba de echar abajo el muro de Berlín, de tender puentes entre los dos lados de la M – 30 o de llevar el Metro hasta La Moraleja, hasta la mismísima puerta del chalet más caro. Ahora no, ahora los progre es acabar con la malvada globalización, impedir que el AVE llegue hasta el caserío, y aferrarse al terruño o a la comunidad autónoma correspondiente.
Esperanza Aguirre vuelve a marcar la agenda política. Ha tenido que ser la presidenta de Madrid – ignoramos lo que opinan las otras catorce demarcaciones territoriales, incluidas las del PP – la que plante cara al Gobierno central, en un intento de evitar que la semana que viene Andalucía y Cataluña, en virtud de sus nuevos estatutos, tramiten los permisos de trabajo de los inmigrantes. No tendría nada de malo si no fuera porque el lío administrativo va a ser fino y porque se salta la Constitución a la torera. No puede ser más clara: «Al Estado le corresponde la competencia exclusiva en materia de nacionalidad, inmigración, emigración, extranjería…» No es por nada, pero si le vamos a hacer el mismo caso para todo, casi que la derogamos, la encuadernamos en piel y la ponemos en la estantería con la de Cádiz y la de la República.
La frontera del Tajo se va pareciendo a la del Pecos (más allá empezaba el salvaje Oeste), el río Grande o el río de la Plata, por poner sólo unos ejemplos de la diferencia que puede marcar un simple río. A un lado, Madrid, al otro Castilla – La Mancha. A tres kilómetros, el hospital de la otra Comunidad; a 50, el de la propia. En una orilla del Tajo, una sanidad, enfrente, otra diferente. En el medio, una chica que acaba de perder al niño que estaba gestando. Tras los primeros auxilios, la solución: coger el coche y llevar un frasco con «tejido gestacional» a su hospital, cincuenta kilómetros más allá.
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