Donostia. “Sólo quiero volver a la normalidad”. El camerunés Jacques Armand Nong se reencontró ayer con sus amigos y profesores de la Escuela Politécnica de Donostia, poniendo el punto final a una pesadilla que se ha alargado demasiados meses, desde que el pasado abril fuera expulsado por su situación irregular.

“He estado agobiado”, reconocía ayer Armand, más relajado después de su regreso a Vitoria, donde reside junto con su familia. El joven fue expulsado del Estado y enviado a Youndé, capital de Camerún, donde apareció inconsciente y fue recogido por los Padres Salesianos. Con ellos ha convivido hasta que, finalmente, este fin de semana pudo regresar a casa.

El lunes fue día de descanso, pero ayer tocaba “volver a trabajar”, que es el único deseo que hoy día tiene Armand. Ése y que todo “sea como antes”. Por eso, un poco antes de las 11.00 horas, momento en que empezaba su primera clase, acudió a la Escuela para, primero, “saludar a todos los profesores y darles las gracias por lo que han hecho por mí”.

Y luego, cuando sus compañeros salían de clase, hacer lo propio con ellos. “Ha sido emocionante y les ha dado una gran alegría verme”, aseguraba este joven tan serio y trabajador que sus compañeros de la escuela universitaria no daban crédito a que pudiera ser expulsado, como lo fue, por la Policía.

De él siempre destacaban que se solía sentar en las primeras filas y que llevaba los estudios al día. Y ni siquiera su exilio forzoso evitó que Armand siguiera trabajando. De esa forma, la semana que viene podrá presentarse a dos asignaturas que tiene pendientes del segundo curso de Ingeniería Técnica Industrial en Mecánica. El reto es que pueda empezar tercero con la mínima carga.

Y con ese deseo regresa Armand, un joven que trata de pasar página para seguir esforzándose y conseguir una carrera universitaria con la que labrarse un futuro. Atrás quedan los malos tragos sufridos. >a.u.s.