La operación perseguía acabar con las redes de tráfico de personas
Detenidos casi 300 ilegales en «la Jungla de Calais»
La Razón, 23-09-2009Los irregulares pagaban mil euros a las mafias que les embarcaban en un ferry rumbo al Reino Unido.
La «jungla de Calais» ya no existe. Nada queda tras el paso de las palas mecánicas y la masiva y, por momentos, tensa operación policial que ayer concluyó con la detención de 276 extranjeros irregulares, todos hombres, en su mayoría afganos, y entre ellos 135 menores, que ya se encuentran en centros de acogida.
La cifra, de por sí imponente, podía haber sido más abultada si el ministro francés de Inmigración, Eric Besson, no hubiera publicitado la semana pasada esta intervención, incitando a decenas de clandestinos a abandonar ese oscuro e insalubre refugio, a campo abierto, frente a la costa británica. Sin embargo la calidad de la operación no se medía por la cantidad del botín.
«Nuestro objetivo no era arrestar al máximo de inmigrantes sino destruir una base activa del tráfico de seres humanos», explicó el titular galo que anunció próximos desmantelamientos con el fin de asfixiar a las redes mafiosas que viven de la explotación y la extorsión.
Política de cuotas
Tal despreocupación por la cifra contrasta con la obsesión del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de que sus ministros cumplan con la política de cuotas, sobre todo en materia de expulsiones. Francia se ha comprometido a estudiar la situación de los detenidos caso por caso. Trasladados a centros de retención podrán, según sus circunstancias, pedir el asilo, aceptar el retorno voluntario a sus países o resignarse a ser expulsados del territorio.
Desde el cierre del centro de Sangatte, en 2002, centenas de irregulares de hasta doce nacionalidades, de países en conflicto, han ido ocupando todo el litoral norte hasta recalar en esta zona boscosa a la que apenas unos metros separan del puerto de Calais, y que ha llegado a acoger 800 personas. Los propios inmigrantes la apodaban «la Jungla» porque sólo la ley del más fuerte es la que imperaba.
Algunos llevaban aguardando «el Dorado» más de un año. Sobreviviendo en precarios cobertizos improvisados esperando el día en que alcanzar la orilla británica animados por el espejismo de mejorar sus vidas en un país que creían dispuesto a recibirles. Sin embargo, no tardó en congratularse ayer el responsable de Interior británico Alan Johnson por la «rápida y firme» actuación del vecino galo.
Pero atravesar La Mancha se cotiza caro. Mil euros sólo por embarcarse clandestinamente en un ferry, encaramado en un camión, y hasta 15.000 si comprendía el viaje desde Afganistán. Un lucrativo e inhumano negocio para decenas de «pasafronteras» organizados corruptamente.
Besson felicitó al medio millar de agentes por «la delicadeza» con la que culminaron el desalojo pese a la violencia con la que policías y gendarmes tuvieron que arrancar a los indocumentados de manos de un centenar de militantes altermondialistas. Un comportamiento agresivo que deploró la oposición de izquierdas así como las asociaciones humanitarias y de ayuda al inmigrante, escépticas acerca de la eficacia de esta operación que lejos de aportar soluciones, sólo desplaza el problema, aseguran.
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