Josué sí es un skin neonazi
La Razón, 19-09-2009l Un jefe de Policía especializado describe el aspecto del acusado ese día como el de un «ultra»
l La defensa ha negado que el asesino de Palomino perteneciera a ningún tipo de banda
Madrid – Josué aseguró el primer día que no estaba interesado en ideología alguna. Contó que no se dirigía a la manifestación de ultraderecha convocada en Usera, sino que cogió el Metro para ir a comer con unos amigos (con los que no hablaba de política). De la sudadera Three – Stroke que vestía, explicó que se la había regalado un amigo y que era típica del Kick boxing, y de los antisistema dijo respetar sus ideas.
Ayer, todo eso se vino abajo cuando el jefe del Grupo XXI y especializado en bandas de ultraizquierda, definió su vestimenta y apariencia el día de autos, como la de un «skin neonazi».
Su abogado intentó replicarle mostrándole la colección primavera – verano que la marca en cuestión muestra en su web. Para el policía, el catálogo «entraba dentro de la normalidad» y no parecía tener ninguna connotación ideológica.
El especialista también reconoció «sin ninguna duda» a los jóvenes que acompañaban a Carlos en el Metro como pertenecientes a las BAF (Brigadas Antifascistas) y dijo que los encontronazos entre ambos grupos solían acabar en «agresiones». Ambos bandos suelen ir armados con puños americanos, bates de béisbol, cadenas y navajas, vino a decir cuando se le preguntó por el nivel de violencia de los extremistas.
Fue la declaración que marcó la jornada de ayer en la Audiencia. Antes que el jefe de policía habían tenido su turno los agentes que detuvieron a Josué. Los agentes resaltaron su tranquilidad y calma instantes después de haber apuñalado al menor.
También se sentaron, tras unos biombos, varios militares pertenecientes a la unidad a la que pertenecía el acusado. Dejaron claro que Josué Estébanez no recibió adiestramiento alguno en el manejo de la navaja que, supuestamente, se convirtió el 11 de noviembre en el arma homicida.
Al gimnasio juntos
Explicaron que la navaja se considera material de campaña, no es un objeto sobre el que el Ejército practique ningún tipo de control y se acompaña, cuando se reparte a los soldados, con un tenedor y una cuchara.
Por primera vez, alguien que había mantenido una cierta relación con Josué se sentó en la sala. Se trataba de un soldado ecuatoriano que había compartido dormitorio con el acusado durante cuatro o cinco meses. Contó que eran amigos, que iban al gimnasio juntos y que allí se sujetaban las pesas mientras charlaban y se echaban unas risas.
Negó que Josué fuese racista y aseguró que nunca observó «ninguna actitud de desprecio» por motivos de ese tipo con ninguno de sus compañeros. Uno, en concreto, era dominicano y de piel oscura, lo que no impidió que el acusado compartiese momentos con él. El compañero de Josué le describió como una persona «pacífica» y muy tranquila. «Todo lo contrario a una violenta», llegó a decir.
Ritual estudiado
Tras todas estas declaraciones se dio paso, tras un receso, al visionado de las cámaras del Metro. Un momento duro que se alargó más de una hora. A la salida, y como ya se ha hecho un gesto habitual, los conocidos de Palomino cubrieron sus cabezas con gorras y capuchas, escondieron su boca tras un pañuelo y taparon sus ojos con gafas de sol para que las cámaras y objetivos de la Prensa no captaran sus rostros.
Después escoltaron a la madre de Carlos hasta la calle y esperaron a que hiciera declaraciones ante las cámaras. Al grito de «Mavi, la furgoneta», llamaron la atención de la madre para que se metiera, como si su vida corriera peligro, en el vehículo mientras coreaban «Carlos, no te olvidamos».
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