'CASO PALOMINO' El móvil ideológico

«Es un 'skin' neonazi», dice la Policía

El Mundo, QUICO ALSEDO, 19-09-2009

Josué E. de la H. es de ultraderecha. Lo aseguró ayer en el juicio, abonando el agravante ideológico, un experto policial con 12 años de experiencia en extremistas al ver el vídeo de la muerte de Carlos Palomino en la Audiencia Provincial El jefe del Grupo XXI de la Brigada de Información de la Policía Nacional llevaba un rato repitiendo que «los extremistas se conocen entre ellos por el aspecto», ayer en la Audiencia Provincial, cuando uno de los letrados de la acusación hizo uso de la palabra.


- Señoría, ¿le podrían enseñar por favor los folios (…)? A la vista de su aspecto, ¿qué opinión le merece el individuo de las imágenes?


- Es un skin neonazi.


La frase retumbó en la sala. El experto, con 12 años de experiencia en extremismos ideológicos, sobre todo de izquierdas, acababa de servir en bandeja a las acusaciones el agravante ideológico, una de las claves del proceso al presunto homicida del 11 de noviembre de 2007 en Legazpi. La frase, pues, le podría valer a Josué E. de la H. tres o cuatro años más de cárcel.


El abogado de la defensa contraatacó inmediatamente, pidiéndole al juez que mostrara al perito un pantallazo de la web de la marca Three stroke, la de la dichosa sudadera. «¿Se refiere a esto que pone ‘Colección primavera – verano’?», le devolvió el magistrado, con un deje ridiculizante. El experto aseguró a continuación que la sudadera, de por sí, no tenía por qué considerarse propia de neonazis – «se podría vender en El Corte Inglés», diría después el abogado del acusado – , pero el trabajo estaba hecho: el perito acababa de reconocer al ex militar como un ultra, lo que la defensa llevaba todo el juicio intentando evitar.


También declararon ayer los agentes que detuvieron al ex militar a la salida del Metro, que explicaron que éste les gritó: «¡Ayudadme, que estos guarros me quieren matar!». El experto sobre extremistas aseguraría después que la palabra guarros es la empleada habitualmente por los ultras de derecha para denominar a sus adversarios.


Uno de esos agentes explicó con aire filosófico cómo percibió que Josué E. de la H., una vez fuera del suburbano, tuvo tiempo de «decidir si prefería entregarse a la Policía o que le mataran» los antifascistas que le perseguían. Al final, siempre «muy tranquilo», como recalcaron, el militar se parapetó tras los agentes.


También compareció un compañero de cuartel de E. de la H., un joven de nacionalidad ecuatoriana que aseguró que el presunto homicida se relacionaba con normalidad con los inmigrantes del cuartel. Sin embargo, el hombre admitió desconocer las ideas del ex militar, así como su círculo cercano de amigos y otras cuestiones personales.


El juicio continúa el lunes.


Esta sudadera ‘mató’ a Carlos


Un jersey en el epicentro del juicio: lo llevaba Josué E. de la H., que asegura que Palomino se lo quiso robar. Los amigos de éste lo niegan


Morir por una sudadera nazi. Por esa misma que el lector puede ver arriba, en la imagen que consta en el sumario: la sudadera del delito.


Eso mismo le pasó, a tenor de las declaraciones en el juicio, a Carlos Palomino aquel fatídico 11 de noviembre de 2007. Porque todo lo acaecido en la estación de Legazpi, copada por manifestantes antifascistas y con al menos un elemento extraño en el tren, el ex militar Josué E. de la H., pivotó en torno a una sola cosa: el jersey deportivo que llevaba el presunto homicida, que alertó a sus adversarios, atrajo a Carlos Palomino y, de alguna manera, terminó provocando su apuñalamiento.


La trascendencia de la prenda es tal que, sencillamente, si el ex militar no la hubiera llevado puesta aquel día, el crimen probablemente no habría tenido lugar, a tenor de las declaraciones registradas en sede judicial.


La versión 1 es la de los amigos de Palomino. «Entramos en el vagón y nos quedamos todos alucinados al ver al tipo con la sudadera, una sudadera que sólo llevan los nazis. Nos quedamos tan alucinados que nadie decía nada, nos quedamos sin palabras. Sólo Carlos se atrevió a preguntarle. Y le apuñaló sin mediar palabra», declaró un testigo el primer día. «Carlos simplemente le preguntó: ‘¿Y esa sudadera?’, no tuvo tiempo de decirle nada más», explicó otro. «Carlos le tocó en el pecho y le preguntó por la sudadera, nada más», dijo otro. Poco más que eso sucedió, según el vídeo.


La versión 2 es la del presunto homicida. «Me empujó en el pecho o en la tripa, ahora no me acuerdo, y me dijo: ‘Dame la sudadera y todo lo que tengas’», señaló Josué E. de la H. en su última declaración ante la Justicia. Es su coartada: que Palomino le golpeó y le intentó robar, lo que sumado a las amenazas supuestamente proferidas por los antifascistas y al puño americano y la navaja supuestamente esgrimidos por los de ultraizquierda, abonaría la eximente de legítima defensa.


Ante la insistencia del defensor de Josué E. de la H. acerca de la presunta filiación «nazi» de la prenda, varios amigos de Palomino han asegurado que «la llevan siempre nazis», y que la distribuye en España una tienda «que se llama DSO y que vende material neonazi».


El abogado de la defensa, Enrique Martín, preguntaba una y otra vez: «¿Pero qué tiene de nazi esa sudadera?». Y los chavales respondían: «Pues yo qué sé, pero la llevan los nazis». Alguno incluso se extendió: «Yo vivo en Alcalá, allí hay muchos nazis y la llevan».


Un paseo por los foros de internet desvela que la prenda es connotada con la extrema derecha en España, y en mucha menor medida en Europa. En la web de la referida tienda, sita físicamente en Madrid, se venden efectivamente muchas prendas de la marca Three Strokes, pero no hay ni rastro de reivindicación neonazi alguna.


No obstante, la última palabra la tuvo ayer el jefe del Grupo XXI de la Brigada de Información especializado en extremistas: «Esa prenda la podría llevar cualquiera», dijo a preguntas de los letrados.


El homicida ve su ‘obra’ sin pestañear


Como una estatua, sin mover un músculo, vio Josué E. de la H. el vídeo en que él mismo aparece apuñalando a Palomino. El momento fue de alta tensión y no sólo por la letanía de la abuela del muerto, que musitaba desde su asiento «sinvergüenza»: no era el asesino el que volvía a la escena del crimen, sino la escena del crimen la que ‘visitaba’ al asesino. Algunos periodistas juran que le vieron pasarse un dedo por los labios en el momento del apuñalamiento. Otros dicen que ni se movió. Otros, que casi se duerme. Lo cierto es que Josué, en fin, estuvo estatuario. En posición de firmes. Tal vez como un soldado.

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