"Me vi acorralado, me entró miedo y le apuñalé por instinto"

- Juicio contra Josué Estébanez por el asesinato del antifascista Carlos Palomino - Dos testigos del apuñalamiento en el metro de Madrid declaran que Carlos no tuvo tiempo de defenderse

Diario de Navarra, MATEO BALÍN . COLPISA. MADRID, 15-09-2009

“Me vi acorralado por esas personas armadas, me entró miedo y pensé que si se me lanzaban no saldría vivo de allí. Me defendí y lo apuñalé por instinto”. Fueron sólo ocho segundos. En ese breve lapso, Josué Estébanez, ex militar y simpatizante del movimiento neonazi, acuchilló mortalmente en el corazón al joven Carlos Palomino en noviembre de 2007 en el metro de Madrid.

Estébanez confesó el crimen ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Madrid. No tenía más remedio. Las pruebas de cargo – el vídeo del metro y la multitud de testigos que presenciaron los hechos – no dejaban dudas su autoría. No había pues coartada posible.

En las inmediaciones del juzgado se concentraron un centenar de amigos de Carlos para pedir justicia y clamar venganza. Algunos de ellos se encontraban en el vagón donde pereció su compañero. Aquel día, se dirigían a reventar una manifestación de la ultraderechista Juventudes de Democracia Nacional contra los inmigrantes.

El procesado narró que la jornada de autos se dirigía a un pueblo próximo a Madrid para reunirse con unos amigos. A la entrada de la estación de Legazpi vio a un grupo de “cabezas rapadas” en el andén. Estos entraron a su vagón y le amedrentaron. “El cerdo ese está ahí”, dijo que le espetaron.

“Me acorralaron”

“Eran siete u ocho. Me acorralaron. Él (por Carlos) apartó a la gente. Se encaró y fue directo donde estaba. Su intención era que le diera mi sudadera – tenía un símbolo neonazi – y se abalanzó sobre mí. Temí por mi vida y actúe por instinto. Después salí corriendo de la estación y acudí a protegerme a una pareja de policías. Pero ellos llegaron, me tiraron al suelo y me patearon”.

Estébanez negó al tribunal que fuera a ninguna manifestación y negó cualquier atisbo de relación con los movimientos de ultraderecha. Asimismo, señaló que no levantó el brazo a modo de saludo fascista cuando asestó la puñalada mortal a Carlos.

Tras el acusado compareció la madre de la víctima, María Victoria Muñoz, quien relató al tribunal que conocía que su hijo tenía la intención de acudir a una contramanifestación y que le advirtió que era “peligrosa”. Después, dos de los testigos protegidos – uno de ellos también fue acuchillado por el procesado – , reconocieron que “fue algo rápido”. “A Carlos no le dio tiempo a defenderse”, dijo uno.

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