La estrategia antiprostitución de Madrid se atasca en el centro
* La estrategia antiprostitución de Madrid se atasca en el centro - LUIS IZQUIERDO * Botella rechaza regular la "esclavitud" El Ayuntamiento ha probado con cortes de tráfico, con más policías, instalando cámaras de seguridad y con campañas de concienciación
La Vanguardia, , 12-09-2009Un economista liberal bien podría explicarlo diciendo que es la ley del mercado, que mientras haya demanda habrá oferta por mucho que los políticos pongan palos en la ruedas de ciertos sectores de la economía, sean o no clandestinos. Y la realidad de la prostitución en Madrid durante los últimos años no podría por menos que darle la razón.
Es fácil de entender que no sea uno de los temas favoritos del alcalde madrileño, Alberto Ruiz Gallardón. No porque su equipo no haya desarrollado políticas para reconducir la prostitución en la capital, pero sí porque lo único que han conseguido es trasladar el ejercicio del oficio en la calle de un sitio a otro y, en algunos casos, ni tan siquiera eso.
Desde el inicio de su gestión, en 2003, Ruiz Gallardón abordó la cuestión actuando sobre la demanda. ¿Cómo? Dificultando el acceso de los clientes a los lugares donde se ofrecían las meretrices y multiplicando la presencia de la Policía Municipal para disuadir a los más timoratos de entre la clientela.
Así, primero cerró al tráfico el parque del Oeste durante los fines de semana y, después, de forma progresiva, lo fue haciendo en la Casa Campo, donde se habían refugiado muchas prostitutas, algunas de las cuales siguen ejerciendo en las pocas zonas accesibles a los coches. Durante algunos años, el pulmón verde de la ciudad se convirtió en un gran mercado del sexo, en el que las mujeres que se ofrecían a los conductores se contaban por cientos y podían contratarse a cualquier hora de la noche o del día. Sólo las sucesivas restricciones circulatorias han conseguido reducir la demanda y, con ello, la oferta.
Pero donde, sin lugar a dudas, la práctica del oficio se ha mostrado más resistente a todo tipo de estrategias ha sido en la calle Montera, entre la Puerta del Sol y la Gran Vía. Ante la creciente oleada de protestas de vecinos y comerciantes en el final de su primer mandato, Ruiz Gallardón optó, primero, por peatonalizarla, creyendo que un mayor tránsito de público empujaría a las mujeres a calles menos concurridas en busca de discreción para los clientes. Después, el Ayuntamiento abrió una gran oficina de la Policía Municipal en la misma calle Montera, con la multiplicación de la presencia policial que ello llevó consigo. Y, por último, a comienzos del año pasado, instaló nada menos que 31 cámaras que contemplan de forma muda el diálogo con que se inicia la transacción entre hombres y meretrices.
Ninguna de las tres acciones ha evitado que la calle siga plagada de prostitutas ofreciendo sus cuerpos ni que en las adyacentes abunden las pensiones cuyas habitaciones se alquilan a razón de 5 euros cada veinte minutos, lo que indica claramente su finalidad. Lo denunciaban los propios vecinos y comerciantes a finales del año pasado y lo constata la creciente presencia de mujeres, muchas de ellas rumanas, a quienes la Policía no puede ni aplicar la Ley de Extranjería porque son miembros de la UE.
También ha probado el Ayuntamiento a cerrar algunos de los establecimientos hoteleros que no reunían las licencias necesarias e incluso campañas para sensibilizar a los clientes, dejándoles claro que son ellos en buena medida los culpables de que la prostitución siga existiendo.
Pero, a juzgar por el número de prostitutas que pueblan la calle Montera y las aledañas al otro lado de la Gran Vía, la campaña ha calado más bien poco y las inspecciones no han conseguido que las prostitutas busquen lugares más lejanos ni que las pensiones cierren definitivamente sus puertas al sexo de pago. Probablemente porque es en el centro donde está la demanda, siguiendo la ley del libre mercado, la oferta se resista a desaparecer. O eso podría decir algún economista.
La estrategia antiprostitución de Madrid se atasca en el centro
Botella rechaza regular la “esclavitud”
La número 3 del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, se manifestó ayer en contra de regular la prostitución. Botella recordó que “el 90% de las prostitutas de Madrid son inmigrantes sin papeles y están sometidas a un régimen de semiesclavitud por los proxenetas” por lo que “estoy radicalmente en contra de legalizar la esclavitud moderna y esta forma de violencia contra la mujer”.
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