Madres de víctimas de los cayucos luchan por evitar más muertes en la travesía a España
Público, , 12-09-2009Maimouna Gueye, que perdió a su hijo en 2007 cuando trataba de llegar al archipiélago español de las Canarias, es una de las 400 mujeres que se reúnen cada día en diferentes puntos de Senegal para “ganar algo de dinero y explicar a los jóvenes que subirse a un cayuco es sinónimo de muerte”.
Gueye explica a Efe que trata de olvidar su tristeza haciendo muñecas, a las que viste con telas africanas de brillantes colores, y es una de las integrantes de la llamada Asociación de Madres y Viudas de Víctimas de los Cayucos.
Pese a que la llegada de inmigrantes en patera a España se ha reducido en lo que va de año en un 50 por ciento respecto al mismo periodo de 2008, la organización sigue su trabajo para alertar del peligro que conlleva hacer el trayecto marítimo en embarcaciones endebles entre Senegal y Canarias.
Mujeres humildes, de entre 40 y 50 años, que han perdido algún familiar en el viaje en cayuco hacia Europa, es el perfil de las trabajan en este colectivo.
La Asociación tiene como metas buscar una salida laboral a las viudas de los fallecidos en el mar, además de sensibilizar del peligro a otros posibles emigrantes indocumentados, con conferencias que incluyen testimonios de los repatriados, recitales de música y obras de teatro.
“El objetivo de la Asociación es impulsar acciones de desarrollo en comunidades que han perdido a muchos de sus jóvenes en la emigración clandestina”, explica a Efe su presidenta, Yayi Bayam Diouf.
Telas pintadas, muñecas, llaveros, además de cuscús y pescado, son algunos de los productos que elaboran estas mujeres, que los venden a los turistas y utilizan las ganancias para generar microcréditos que emplean en otras necesidades.
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ayudó a poner en marcha el sistema de microcréditos “destinado a las mujeres y a la construcción de escuelas para los huérfanos”, según explica Abiboulaye Diouf, responsable del proyecto.
Thiaroye-Sur-Mer, donde se encuentra la sede de la Asociación de Madres y Viudas de Víctimas de los Cayucos, es una localidad pesquera de 42.000 habitantes a las afueras de Dakar, que ha visto “salir y no volver a muchos de nuestros hijos, maridos, hermanos y nietos”, agrega Yayi Bayam.
En la playa de Thiaroye, algunos turistas franceses se fotografían junto a los cayucos y las redes de pesca extendidas en la arena: “Es importante conocer el sitio donde comenzó la tragedia”, explican.
Una tasa de desempleo del 48 por ciento, en un país que ocupa el lugar 153 en el último informe sobre el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, en el que España está en el puesto 16 (de 179 países estudiados), es uno de los factores que empuja a muchos jóvenes senegaleses a emigrar hacia Europa.
Otro es la presión familiar en un país donde el 94 por ciento de la población es musulmana, religión que permite al hombre tener hasta cuatro esposas: “Hay rivalidad entre las mujeres, si tu hijo va a Europa, es un triunfo para la familia y la madre es glorificada”, destaca la presidenta de la Asociación.
Arame Faye no sabe dónde están las islas Canarias, ni tampoco que la crisis económica mundial afecta a España, pero está convencida de que “salir de África es la manera de progresar” y dice que ella ha tenido suerte, ya que su hijo vive y trabaja en Madrid.
Los 400.000 francos CFA (unos 600 euros) que pagó Awa Sow para que su hijo, Assane Diop, fuera a Canarias “por ahora no han sido rentables”, dice, ya que el muchacho es menor de edad y está en un centro de menores sin poder trabajar, pero, aún así, no quiere que vuelva a Senegal.
“Prefiero que esté en Tenerife hasta que tenga la mayoría de edad y pueda ganar dinero. Aquí no hay nada”, añade.
Por el contrario, Binta, empleada en un supermercado de Dakar, afirma que no le importa tener una casa humilde y que “jamás permitiría que la vida de mis hijos corriera peligro”.
La historia de las madres y viudas de los muertos en los cayucos está llena de contradicciones ya que, mientras algunas se lamentan por la pérdida de sus hijos, otras no ven futuro en Senegal y creen que emigrar es la única manera de progresar.
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