Por unas horas, políticos y prostitutas intercambiaron ayer territorios. Ellas, enojadas con la imagen que de su profesión se ha dado estas últimas semanas, se trasladaron hasta la lujosa Rambla de Catalunya –concretamente a la sede del Centre Internacional de Premsa– para reclamar que se dignifique su trabajo y exigir que la actividad se regularice. Ellos, en una comitiva municipal encabezada por el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, se acercaron hasta el mercado de la Boqueria, escenario controvertido del sexo en la calle.
Se cruzaron en el camino, pero coincidieron en tratar, unas y otros, sobre el mismo asunto: el anuncio hecho el miércoles por la concejala de Ciutat Vella, Itziar González, de revisar el plan de usos del barrio y permitir así la apertura de prostíbulos legales. Para las mujeres, la noticia, además de dar respuesta a una vieja reivindicación, supone un paso importante. «Siempre y cuando se nos tenga en cuenta y acepten nuestra participación», precisó ayer la uruguaya María, erigida en portavoz del colectivo en una rueda de prensa que suscitó una gran expectación mediática.
La mujer se mostró convencida de que la mayoría de las prostitutas que actualmente ejercen en el Raval «aceptarán trabajar en bares o meublés, aunque para algunas sea difícil porque les cuesta adaptarse a estar encerradas». Con todo, matizó que, en su opinión, «las que se opongan serán minoría».
Lo que pide, en definitiva, el colectivo es que las administraciones regularicen de una vez por todas el ejercicio de la prostitución en España, como ya ocurre en otros países, recordaron. «Que dialoguen con nosotras, porque lo único que han conseguido, desde los Juegos Olímpicos de 1992, es que nuestras condiciones de trabajo empeoren», destacó Margarita, otra veterana de la profesión que no tuvo reparos en mostrar su rostro.
Sí optó por ocultarse tras una máscara Tania, que hizo una dura crítica al trato recibido por parte de algunos medios de comunicación. «Nos faltaron al respeto, hablando de nosotras como si no fuéramos personas, cuando lo único que pedimos es trabajar en condiciones, en espacios dignos», lamentó la joven.

PASEO POR EL BARRIO / Mientras tanto, el alcalde Hereu, tras desayunar en la popular barra del bar Pinotxo, departió con los comerciantes antes de encaminar sus pasos hacia el Raval, del brazo de la concejala de distrito Itziar González. Según el presidente de la asociación de comerciantes del mercado de Sant Josep, Manel Ripoll, el alcalde prometió cerrar el acceso de madrugada a las arcadas aledañas al recinto y que suelen ser empleadas por las prostitutas y sus clientes para consumar el sexo mercenario.
El recibimiento al alcalde fue cordial, ya que su visita fue entendida por los comerciantes, según Ripoll, como un espaldarazo a su labor. «Y a todos nos gusta sentirnos arropados», manifestó el presidente de la Boqueria.