«¡Usted miente!»
Un republicano rompe el histórico protocolo del Capitolio al interrumpirel discurso del mandatario con una acusación que tuvo que retirar
El Correo,
,
11-09-2009
El audaz esfuerzo de Obama para recuperar la confianza de la sociedad estadounidense sobre su capacidad de liderazgo exigía una apuesta fuerte, arriesgada, la de su capital político. Y así lo entendió el primer afroamericano alojado en la Casa Blanca. La defensa de su programa sanitario fue vehemente. El discurso resultó desafiante, pero también cautivador.
Las encuestas obligaban a ello. La primera reforma del sistema de salud en más de cuarenta años colocaba a Obama en una cuesta abajo de popularidad. Un descenso del 70% al 53% de aceptación, según los sondeos publicados en las horas previas a su intervención ante el Congreso. El fantasma del comunismo resucitado por los republicanos, claros defensores de un sistema dominado por las aseguradoras privadas, surtió efecto durante el verano.
Era hora de desmentir. De dejar claro al país que todo lo dicho por telepredicadores, líderes de la derecha radiofónica, ex gobernadoras de gélidos estados… no era cierto. Que la vía privada seguiría en vigor, que la reforma no acarrearía una caída general de los servicios y que, sobre todo, no profundizaría el déficit estatal.
Y a eso dedicó la mayor parte de su intervención. A refutar. Sus ‘aclaraciones’ avanzaban de forma paralela al incremento de la ebullición de las bancadas del partido del elefante rojo, donde el desasosiego ya era constante. Alguna risa tonta, miradas de complicidad entrecruzadas, gestos de reprobación, ligeros abucheos, exhibición de los papeles que recogían su plan alternativo… Hasta que llegó el turno de los inmigrantes ilegales, aquellos a los que la reforma sanitaria cubrirá, según expandieron los republicanos. Algo nada más lejos de la realidad, para Barack Obama.
Fue el punto de inflexión. La gota que colmó la paciencia de Joe Wilson, congresista por Carolina del Sur. El discurso de Obama era superior a su aguante. Y saltó: «¡Usted miente!». Y, por supuesto, todos le oyeron. Consiguió universalizar el silencio en la cámara y atrajo las miradas de los legisladores, sorprendidos.
Máximo respeto
Hasta sus correligionarios callaron, sabedores de que Wilson había hecho historia. De que había roto con un protocolo de largos años que obliga a guardar máximo respeto al presidente en sus discursos de gran solemnidad dirigidos de forma conjunta a la Cámara de Representantes y al Senado en momentos especiales. Se espera de los representantes de la oposición que mantengan la compostura, que muestren su desaprobación, a lo sumo, con una negativa a sumarse a la corte aplausos. En una sociedad apoyada en el sentido del honor, llamar mentiroso a alguien, y más al primer hombre del país, supone el mayor insulto.
La insólita actuación de Wilson en el Capitolio logró que el resto de la disertación de Obama transcurriera sin sobresaltos. Su abrupta intervención unió también a todos los escaños… pero contra él. John McCain, rival del ex senador de Illinois en la carrera presidencial, fue el primero en censurarle. Calificó la actuación de su compañero de partido de «irrespetuosa». Luego llegaron voces desde su Carolina, estado avergonzado por sus palabras.
Wilson se disculpó horas más tarde en su web, colapsada al instante. Se dejó llevar por las emociones, dijo, al tiempo que admitió su incivismo. El discurso y el error del congresista republicano se reflejaron pronto en las encuestas: Obama recupera su popularidad, hasta el 67%.
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