Criminalizar la nacionalidad
El Ararteko instó a las policías a no revelar la nacionalidad de los detenidos, medida que la Ertzaintza ha adoptado.
Deia, 31-08-2009Hace unos años el Ararteko instó a la Ertzain – tza y a las policías locales a obviar la nacionalidad de los detenidos “si no son estrictamente necesarias para la comprensión global de la noticia”. Argumentó que “se corre el riesgo de etnificar la definición del delito, porque se transmite a quien recibe la información una imagen de la inmigración asociada al delito”. Pero, ¿qué piensan las personas de otra nacionalidad u otra religión?
En un exceso de lo políticamente correcto, la Ertzaintza adoptó el discurso del Ararteko y desde entonces jamás revela la nacionalidad del sospechoso, incluso en las informaciones en las que este dato resulta relevante. Pero a diferencia del Ararteko, un inmigrante consultado por este periódico y un vasco convertido en musulmán sí incluirían la nacionalidad de los arrestados. Entienden que es un dato más. El problema reside en los ojos de quien lee la noticia y no discierne entre las partes y el todo. “Soy gitano rumano, pero no robo”, afirma abiertamente Cristinel Condurache. Este joven ha sufrido el racismo en sus carnes y la criminalización de su nacionalidad y cultura, pero no se ha resignado. Ha luchado contra su propia sociedad, pero al final prefirió emigrar al Estado español antes que seguir recibiendo rechazos y portazos.
“Hace seis años, metieron en prisión a un amigo mío por ser gitano. Mi vecina, una anciana que vivía sola, fue atacada en su casa y le robaron. Dijo a la policía que había sido mi amigo, con quien jugaba a fútbol cerca de su jardín, pero dos semanas antes de morir, regresó a comisaría y confesó que no sabía quién era el ladrón y que había acusado a mi amigo porque quería un culpable”, recuerda. Él mismo y otros dos amigos declararon ante el juez que su compañero había pasado la noche con ellos en una discoteca. “Pero no sirvió de nada, el juez creyó a la anciana”. Después de su rectificación liberaron al joven.
Siendo adolescente, Condurache aprendió una dura lección que luego ha vuelto a encontrarse una y otra vez. En Rumanía, los rumanos son racistas hacia los gitanos. Por el simple hecho de serlo, cuando acabó su formación en la escuela de hostelería, donde se graduó con matrícula de honor (9,95 sobre 10), tenía asignadas las prácticas en el restaurante de más renombre de la capital, el Constanza. “El jefe, sin siquiera comprobar mi trabajo, me rechazó. Gracias a la cocinera, que le insistió en que comprobara mis habilidades, me tuvo dos semanas a prueba y luego me contrató durante tres años” debido a su valía.
Pero llegaron “unos árabes”, que compraron el restaurante y despidieron a toda la plantilla “porque querían contratar a otros árabes”. Harto ya de tantos choques raciales, hizo las maletas y se vino al Estado español. Primero recaló en Zaragoza, donde su condición de gitano le siguió creando problemas. “Buscaban un carpintero de PVC, para ventanas. Me presenté porque también conozco ese oficio, pero al comunicarle al jefe mi nacionalidad me dijo que no me podía contratar porque había tenido a otro rumano y le robó. Yo le dije que nada tenía que ver con aquel chico, que porque una persona robe no todos somos ladrones”.
Condurache se topó una vez más con una “desconfianza que no está justificada”. “Luego, si encuentran a un chico trabajador, se dan cuenta de que no todos somos iguales, pero a poco que aparezca otro ladrón, ya vuelven a creer que todos somos iguales”, sabe de buena tinta. “Entiendo que hay muchos gitanos que son malos, pero hay algunos que somos trabajadores y que de verdad queremos trabajar. Y también sé que hay algunos que no lo consiguen y al final sólo tienen dos opciones: el suicidio o el robo”, recuerda amargamente.
Hace tres años que vive en el Estado español, “el primero año lo pasé en Zaragoza y los dos últimos en Bilbao”. Desde hace doce meses trabaja en el hotel Goizalde de Sopelana, donde asegura que se encuentra “muy a gusto” y donde jamás le han preguntado sobre su cultura. “Sólo después de coger confianza con los compañeros, me atreví a explicarles que, además de rumano, soy gitano”.
Y aún con toda su mala experiencia asegura que aportar la nacionalidad de los sospechosos en los artículos de prensa es correcto, “siempre que se den todas las nacionalidades: desde rumanos a españoles pasando por marroquíes”. “Delincuentes hay en todos los países, pero hay que juzgar sólo a quien hace esas cosas, no a toda una raza. Un vasco que vive en el País Vasco no es un terrorista simplemente por ser vasco”, recuerda con razón. Él es capaz de hacerlo, pero ¿y el resto de los lectores?
Las frases
“Delincuentes hay en todos los países, pero hay que juzgar sólo a quien hace esas cosas”
Cristinel Condurache
“No todos los vascos son etarras ni todos los musulmanes son terroristas islámicos”
Iñaki Vicente Garate
“Es lo que se escucha en la televisión”
Desde la mezquita Assalam de Bilbao, Iñaki Vicente Garate, recuerda al entrar que el templo es “plurinacional”. “Cuando ocurre un suceso, siempre hay que incluir la nacionalidad del sospechoso”, opina, aunque se muestra más receloso a la hora de revelar su religión. “Cuando un hombre argelino, que no marroquí, como se dijo en los medios de comunicación, casi mata a su hija en Portugalete este mes, se dijo que era un integrista. Se debería haber cotejado esa información, ya que el hombre no era conocido en ninguna de las cinco mezquitas vizcainas y al parecer había bebido alcohol, algo completamente prohibido” en el Islam. El problema de incluir esos datos personales, tan golosos a ojos de los periodistas, es el uso que se haga de ellos. “Criminaliza según lo pongas”. Y recuerda “que no todos los vascos son etarras ni todos los musulmanes son terroristas islámicos. Pero claro, es lo que la gente escucha en la televisión”. Para Garate, la influencia de los medios es evidente y el tratamiento que realiza el periodista, determinante. “Hay algunos que quieren regodearse con los hechos y al final crean un polvorín”, afirma. Datos sí, pero con prudencia. >G.F.
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