La Liga del Norte, principal socio del Gobierno de Silvio Berlusconi, ha optado por echar un pulso con el Vaticano ante sus «injerencias» en las políticas migratorias de Italia. La polémica se transformó ayer en un conflicto diplomático que probablemente deberá afrontar Berlusconi, quien mañana verá al secretario de Estado vaticano, Tarcizio Bertone.
El diario La Padania, que dirige el líder de la Liga, Umberto Bossi, abogaba ayer por «una revisión del Concordato y de los Pactos Lateranenses», suscritos en 1929 y que forman parte de la Constitución italiana, «si las relaciones entre Estado e Iglesia prosiguen por este camino (…) intervencionista». «No habrá para tanto», puntualizó ayer la Liga.
La polémica se desató el 20 de agosto, cuando llegaron a Lampedusa cinco africanos en una barcaza salida de Libia con más de 78 personas. Las demás habían muerto, incluidas dos mujeres que parieron durante la odisea. Desde lanchas costeras de Malta les habían dado agua y salvavidas y les indicaron el rumbo hacia Italia. El diario católico Avvenire calificó los naufragios como «un nuevo Holocausto» y monseñor Antonio Maria Vegliò, presidente del Consejo para las Migraciones, exhortó «a respetar siempre los derechos de los inmigrados».
El eurodiputado de la Liga Matteo Salvini invitó a Vegliò a «ocuparse de las iglesias medio vacías» y el ministro Roberto Calderoli, quien causara un revuelo mundial luciendo una camiseta con las viñetas de Mahoma, dijo que «el Vaticano y los obispos italianos le contradicen siempre».