«Hacen un ruido tremendo»
Vecinos próximos a la Casa de las Américas se quejan del jaleonocturno y de que «se han adueñado» del parque del Norte
El Correo,
,
27-08-2009
«El jaleo es tremendo. Todos los fines de semana son iguales, pero este mes de agosto han tenido la música alta del bar todos los días hasta las tantas de la madrugada». Rosa, vecina del número 15 de la calle Portal de Arriaga está indignada y asegura que como ella, muchos convecinos. La presencia de latinoamericanos desde mayo de 2007 en la Casa de las Américas, dentro del parque del Norte, a 25 metros de su casa, es conflictiva «porque se han adueñado de la zona», agrega.
El cierre por orden municipal del centro social a partir del 1 de septiembre por funcionar como un bar público, adelantado ayer por EL CORREO, ha levantado una oleada de reacciones. Muchos, a favor de la clausura, pero vecinos, comerciantes y paseantes encuestados por este periódico no son unánimes al juzgar el comportamiento de estos colectivos de inmigrantes. José Manuel Doce, un residente de la misma manzana que Rosa asegura que no le molestan. «Ellos hacen sus fiestas como todo el mundo y si hay peleas es es interna, no hacia fuera». De la misma opinión es David Torralbo, otro residente joven que afirma que «no hacen nada malo. Lo único es que este lugar estaba muerto y ellos le han dado vida. Hacen más ruido los coches que pasan a toda velocidad», subraya.
Durante el día, los aledaños del centro sociocultural y sus canchas están ocupados por todo tipo de personas. Mientras Imanol, Patxi, Iker e Iñigo, una cuadrilla de chicos de 17 años juegan a baloncesto «sin problema y a veces con los latinos», a pocos metros, Marta Ibisate y Madalena Silva – portuguesa – , vigilan a sus hijos pequeños que juegan con una pelota. Aunque viven en Reyes Católicos cuentan dos experiencias distintas. «Yo tenía mis prejuicios con ellos, pero me han demostrado que son muy educados y que limpian y recogen cuando manchan con motivo de las ferias que organizan. No me molestan y yo no me he sentido apartada de un lugar al que vengo a menudo con mis hijos», dice Marta. Madalena antepone que no es racista, «pero no me fío de dejar solos a los niños. Ha habido conflictos por ocupar las porterías y no siempre respetan que alguien llegó antes. Ponen siempre la música a tope cuando hay fiesta», se queja.
Peor, los jóvenes
Pilar, una empleada de la gasolinera de Reyes Católicos, cree que los únicos conflictos se producen entre ellos. «Es gente muy pacífica y educada que no da problemas. Peores son los más jóvenes», advierte.
La dueña de un bar de Reyes Católicos que no quiere dar su nombre habla sobre la presencia de sudamericanos. «Por mi establecimiento no vienen. Hacen mucho botellón y no me atrevo a pasar por allí. El parque es suyo», afirma la mujer. Sin embargo, un cliente le contradice. «A mí no me molestan ni he visto cosas raras. Hay otras zonas del parque más peligrosas donde se vende droga. Creo que hay gente para todo. Me da la impresión de que en cuanto ven que hay extranjeros se critica sin conocer nada», afirma José Ignacio Samaniego.
Idoia, una vecina que sale a pasear con sus perros se muestra también comprensiva con lo que ocurre en la Casa de la Américas. «Aquí hemos visto de todo y no son precisamente ellos quienes lo protagonizan. Hay otros colectivos. Soy de las que llamo a la Policía a la mínima y aquí tienen trabajo», dice. Junto a ella, Angel y ‘Arakis’, también dueños de perros, apuntan al aumento del número de robos en la zona, pero no a los sudamericanos.
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