EL RAMADÁN CATALÁN
Mujeres invisibles
Una asociación lucha desde hace años por romper el aislamiento en que viven muchas inmigrantes pakistaníes
La Vanguardia, , 23-08-2009LUIS BENVENUTY – Barcelona
Mientras ellos van a la mezquita, ellas se quedan en casa para preparar la ruptura del ayuno
Seis chavalas pakistaníes salen de clase de autoestima y dicen que el Ramadán es la fiesta de la purificación y de la alegría. A medida que pasan los días de ayuno, los cabezas de familia invitan a cenar a amigos y parientes. Son jornadas de reencuentros. Todos procuran superarse, dar lo mejor de sí mismo. Alize, Irum, Fariyad, Anaya, Eman y Nurmughad, vecinas del área metropolitana de entre 18y23 años, aceptan de buen grado levantarse estos días sobre las tres de la madrugada para preparar con sus madres el nutritivo desayuno que permita a todos aguantar sin comer hasta que, puestos a contraluz, no puedan diferenciar un hilo blanco de otro negro.
La clase es impartida por una sudamericana en un piso del Raval, en la Associació Cultural, Educativa, Social i Operativa de Dones Pakistanís (Acesop), la primera asociación de mujeres pakistaníes de Catalunya. “Lo que la gente cree cierto depende de valores culturales inculcados generación tras generación – dijo la sudamericana para concluir la lección-.Lo que dicen los hombres no es necesariamente verdad. Su palabra no es por sistema más valiosa que la vuestra”.
Tras el desayuno, toca la primera de las cinco oraciones diarias. Las jóvenes dicen que los hombres van a la mezquita mientras ellas se quedan en casa. Según las escrituras, quien reza en comunidad obtiene una misericordia 27 veces mayor que quien lo hace solo. Las mujeres , por el contrario, obtienen esa misma misericordia si rezan en privado.
La clase de autoestima es en castellano para romper el aislamiento en el que viven tantas pakistaníes vecinas nuestras. Alize, Irum, Fariyad… dicen que les gustaría ser abogadas, periodistas, peluqueras.
Pero ninguna estudió más allá de cuarto de ESO. “Mi hermano dijo que en el colegio había demasiados hombres, que no debía volver”. Con una sonrisa, reconocen que acabarán ayudando en el colmado familiar. Su destino es pasar la tarde cocinando la tradicional ruptura del ayuno, pakoras,samosas,sopas, dulces de leche y fruta, arroz, yogur como guarnición… y el resto de las comidas del año, y planchar, limpiar, callar…, mientras sus hermanos siguen sus estudios.
“Lo dicen con una sonrisa porque han sido educadas en la creencia de que una mujer buena y feliz obedece primero a su padre y luego a su marido. En Pakistán, la mujer es considerada una carga económica. Los padres de las futuras esposas han de hacer una buena dote al novio y su familia como compensación” (costumbre adoptada del hinduismo, ya que en el resto de los países islámicos la dote la aporta el hombre), explica Huma Jamshed, otrora profesora de Químicas de la Universidad de Karachi, doctorada por la Complutense, fundadora en el 2001 de Acesop, que denuncia las condiciones de vida de muchas compatriotas suyas.
“Su papel en el Ramadán es el de cocinar. En Marruecos, Líbano o Estados Unidos, las musulmanas van a la mezquita, pero en Pakistán, no”. La relación de Huma con los líderes más conocidos de su comunidad es tensa. La semana pasada, las mujeres celebraron la independencia de Pakistán en un picnic en Montjuïc,“mientras los hombres se fotografiaban con las autoridades en la plaza de los Àngels”.
Huma se fue de Karachi porque las líneas aéreas pakistaníes trasladaron a su marido a Madrid. Y por la violencia. Ahora tiene una agencia de viajes con diez sucursales. Es vicepresidenta del Consell Municipal d´Immigració de Barcelona, el organismo consultivo en esta materia. “Muchas aquí viven en un pequeño mundo – añade-,aisladas, bajo la voluntad de sus esposos. Una mujer inteligente es la que confía ciegamente en su marido”.
Las jóvenes se casan en Asia con hombres elegidos por sus padres, sigue Huma. Luego el esposo emigra en busca de fortuna. La pareja apenas se conoce. Allí se entiende que el amor puro nace de la convivencia. Si uno quiere a una persona con la que no está casada, puede tener pensamientos impuros. Una vez que el locutorio o el restaurante funcionan, al cabo de unos años, el hombre trae a su mujer. “Las mujeres llegan a un mundo desconocido y desconcertante donde se hablan unos idiomas que no entienden. Su papel es atender la casa y salir de ella lo imprescindible. A sus maridos no les gusta que otros hombres las vean. Piensan que pueden excitarse con ellas. Se tornan mujeres invisibles. Ni Anaya ni Eman ni Nurmughad serán abogadas, periodistas o peluqueras. Sus familias las dejan venir a nuestra asociación porque trabajan como voluntarias. Creen que así podrán reagrupar a los futuros maridos. La mayoría ya está comprometida con un primo. Trabajamos para que sus hijas tengan un poco de libertad”.
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