El cine de inmigrantes mexicanos, entre el drama y la denuncia

Desde “Los que se quedan” hasta “Babel”, los nuevos filmes nacionales tratan el fenómeno migratorio

El Universal, 14-08-2009

El cine sobre inmigrantes, que durante décadas ha ocupado a cineastas mexicanos, está vigente en las pantallas con películas que presentan historias menos centradas en la explotación dramática y más enfocadas en la reflexión y en romper estereotipos.
Filmes como Los que se quedan,  Los bastardos,  Un día sin mexicanos  o  Mi vida dentro son algunos de los trabajos de los últimos años que llevaron el tema migratorio a la pantalla desde distintos enfoques y con diversos resultados.

El documental  Los que se quedan (2008), de Juan Carlos Rulfo y Carlos Hagerman, que ganó en junio en el Festival de Cine Independiente de Los Ángeles, vuelve la mirada sobre los que se quedan en México: niños, mujeres y ancianos viviendo en pueblos fantasmas  y no sobre los que se van a EU.

“No es una denuncia, ni es un reclamo", dijo el hijo del escritor Juan Rulfo. "Es más bien una propuesta política para la diplomacia entre dos naciones que se necesitan y que al mismo tiempo piden respeto”, agregó.

La esposa del presidente de México, Margarita Zavala, regaló el documental a las demás primeras damas, entre ellas la estadounidense Michelle Obama, en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los Ocho (G – 8) y de los Cinco (G – 5) en L’Aquila, Italia, en julio.
Políticamente incorrectas
Para los críticos más liberales de EU, películas como Los bastardos (2008), de Amat Escalante (exhibida en Los Ángeles), son políticamente incorrectas.

En revistas como  Variety  y Hollywood Reporter “me acusaron de chantaje, de explotar los estereotipos de los inmigrantes”, dijo Escalante.

Los bastardos, que se estrenó el 31 de julio en México, se presentó el año pasado en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes y ganó en noviembre el premio a la mejor película latinoamericana en el Festival de Mar del Plata, entre otros premios.

A los espectadores estadounidenses que vieron el film no les agradó ver a dos mexicanos sin papeles (Jesús Moisés Rodríguez y Rubén Sosa) y a una estadounidense (la actriz Nina Zavarin), involucrados en una orgía de sexo, drogas y sangre.

“Los estadounidenses se pusieron en una actitud de ‘políticamente correctos’ a defender a los mexicanos, acusándome de cruel” y criticaban “por qué trato a los mexicanos así”, declaró Amat.

“Yo quería que se ofendieran los mexicanos y los estadounidenses y no sóloque se ofendieran los mexicanos o nada más los estadounidenses”, explicó.

Los migrantes mexicanos y el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez son dos temas recurrentes el cine nacional de las últimas décadas, pero la migración ha tenido una presencia más constante.

Desde Tin Tan
Desde la interpretación de Germán Valdés Tin Tan como el primer mexico – americano del cine mexicano, pasando por el El mil usos (1981), con el comediante Héctor Suárez y guión del fallecido escritor Ricardo Garibay, hasta la cinta  Babel (2006), de Alejandro González Iñárritu, todas buscan lllamar la atención sobre el fenómeno migratorio, explotando el filón dramático.

Precisamente, González Iñárritu y sus compañeros Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón han logrado eliminar la imagen del inmigrante llamando a las puertas de Hollywood, ganándose con sus éxitos internacionales un espacio propio en la meca del cine.

El rockero y cineasta Sergio Arau, en su película  Un día sin mexicanos (2004) plantea la utopía de todo migrante: el sueño nunca realizado de hacer desaparecer de pronto a todos los mexicanos en Estados Unidos para que los estadounidenses valoren su presencia en su país.

El personaje de Amelia en  Babel, que interpreta Adriana Barraza y por el cual fue postulada para un premio Oscar, es un ejemplo del drama fronterizo llevado al extremo y al absurdo, cuando la niñera queda perdida en el desierto con dos niños estadounidenses a su cuidado.

Mi vida dentro (2007), un documental de Lucía Gajá, no es menos dramático: la película trata el caso real de Rosa Jiménez, una mujer sentenciada a prisión en Austin, Texas, por el presunto asesinato del niño al que cuidaba.

Las cifras recientes hablan de que hay unos siete millones de inmigrantes mexicanos sin papeles en Estados Unidos. Seis de cada diez mexicanos establecidos en ese país no tienen permiso de residencia y no esperan obtenerla en lo inmediato, toda vez que se recrudecen las leyes migratorias en ese país.

Además de los riesgos que implica el cruce de la frontera, desde sufrir asaltos hasta morir de sed, la crisis económica ha complicado la situación de los inmigrantes, muchos de los cuales se emplean en la construcción, uno de los sectores más golpeados por la recesión.

“La situación no es la mejor para los trabajadores indocumentados. Hay gente que les roba, hay mujeres violadas; es mucho lo que arriesgan por algo que igual no sucede, que es ganar dinero”, dijo el actor mexicano Fernando Noriega, un nuevo valor nacional. 

El artista filma en Los Angeles su primera película en inglés, que lleva el título provisional de Hollywood Untitled, en la que interpreta a Julio, un inmigrante que cruza la frontera.

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