Un mortífero 'beso del sueño'
El Mundo, , 14-08-2009Detenidas dos mujeres por matar a dos hombres a los que drogaron para robarles – Actuaban en una céntrica discoteca de Madrid y se «pasaron» en la dosis del veneno Madrid
Una, la más joven, era la guapa. La otra, mayor, venía detrás, con el mazo en forma de narcótico. Pero a las víctimas, señores «maduritos» – «aunque alguno había de 40 años» – , se les iban los ojos detrás de la primera.
Le echaban un vistazo en una conocida discoteca situada en el centro de Madrid, se colocaban el cuchillo entre los dientes y se iban al abordaje. Ilusoriamente: ellos serían las víctimas.
En pocas horas se despertarían tal vez en un coche, o en un banco en la calle, o incluso dentro de su propia casa. Desorientados y desvalijados. O incluso no se despertarían jamás, como les sucedió a dos desafortunados.
Les habían dado, aunque con muy poco cariño, el beso del sueño. Un ósculo muy poco deseable, que se suele registrar más en el ámbito de la prostitución.
La secuencia es sencilla. La mujer se exhibe ante el hombre, que se lanza a la caza centrando su atención en su presa y olvidando la copa en la barra. Y en la copa cae la droga, en este caso benzodiacepina «con algo más», según la Policía. El hombre se va desvaneciendo, es conducido a un lugar apartado del mundanal ruido y tránsito y tranquilamente robado en privado.
Sin embargo, dos de estas víctimas nunca llegaron a despertar. Hace días, la Policía detuvo finalmente a Verónica Elisabeth P.M., ecuatoriana de 34 años, y María Sary C.B., paraguaya de 26. Ambas llevaban sobrecitos con polvos en el sujetador. Se les acusa de perpetrar cinco robos dando el beso del sueño, y de provocar lesiones con resultado de muerte a dos hombres.
Los agentes piensan que hay al menos una mujer más implicada, y que los apenas cinco robos y dos muertes provocadas – por sobredosis – son apenas la punta del iceberg: estas dos mujeres llevan años robando a varones y «seguro que hay muchos más hombres timados, pero porque estén casados o por lo que sea, no se ha denunciado».
La caza y captura de estas dos mujeres se inicia el pasado mes de mayo, cuando un individuo denuncia en Alcalá de Henares un robo.
El hombre cuenta que conoció a una joven en una discoteca, que hablaron, que se gustaron, que todo iba bien, que se fueron a su casa y que ya no sabe qué pasó después: quedó inconsciente después de unos brebajes que preparó ella. Al despertar, le faltaban diversos bienes de su casa.
El hombre tuvo que ser trasladado al Hospital Príncipe de Asturias debido a la gravedad de la intoxicación.
Los agentes inspeccionaron a conciencia la casa del denunciante y, aparte de verificar el robo, determinaron que no sólo María Saray, la paraguaya, la joven, había estado allí. También su compinche, Verónica Elisabeth, había estado en la casa, y después de perpetrar el robo había huido en un taxi.
El grupo V de Homicidios logró localizar al taxista, y obtuvo datos del modus operandi de las dos mujeres, que podrían trabajar con un compinche más.
Fue el inicio del fin para la banda, cuyas acciones cojeaban de un pie: no calculaban la dosis de droga necesaria para dormir a sus víctimas. Por eso dos de ellas, al menos, se les murieron.
Lo siguiente fue el dispositivo de localización y seguimiento de las dos mujeres. Fue importante en la secuencia de los hechos, también, el hecho de que una de las mujeres tenía ya antecedentes por haber dado «palos», informa la Policía.
En uno de los seguimientos a ambas los agentes deciden actuar y las detienen a las dos, que llevan cuatro saquitos con estas sustancias escondidos debajo de sus sujetadores y se dirigían a un local de copas a buscar víctimas.
El caso responde al arquetipo de robo utilizando el beso del sueño registrado por la Policía. En palabras de los propios agentes, «consiste en que una mujer entra en conversación con hombres en locales de copas de ambiente maduro y, con la excusa de tomar la última copa y mantener relaciones sexuales, acuden al domicilio de la víctima. Cuando el hombre se distrae, la joven le disuelve una sustancia estupefaciente en su bebida para dejarle dormido. Seguidamente, aprovechando su inconsciencia, le sustrae el dinero y los objetos de valor de la vivienda, antes de abandonar ésta rápidamente».
En este caso «los hombres solían ser maduros, aunque algunos no lo eran tanto, rondaban los 40 años», dicen fuentes policiales. Las drogas que las dos latinoamericanas hacían beber a sus víctimas de por sí no causaban la muerte, pero ése podía ser el resultado si el hombre tenía alguna patología que amplificara o acusara el efecto del estimulante.
La virulencia con que actuaban las mujeres, asiduas de una discoteca muy céntrica en Madrid, era tal que una de sus víctimas perdió el conocimiento al salir del propio local y, cuando despertó, estaba postrado en el rellano de la escalera de su casa, con la puerta abierta.
Fuentes policiales aseguran que las muchachas en ningún momento se prostituyeron, sino que simplemente actuaban como cebo sexual, con la promesa de sexo por delante, para que sus víctimas bajaran la guardia.
En el registro del domicilio de las presuntas delincuentes los agentes intervinieron numerosos efectos procedentes de robos, tales como una televisión, varios ordenadores portátiles, cámaras de foto y vídeo, joyas, relojes, teléfonos móviles y reproductores de MP3. También encontraron, en el singular arsenal de estas mataharis del siglo XXI, varias pelucas de mujer y tabletas de pastillas de diferentes medicamentos, probablemente para realizar sus cócteles delictivos.
La investigación, en la que han intervenido agentes de la comisaría de Alcalá de Henares, no está cerrada todavía porque la Policía considera que «muchas víctimas» podrían haber ocultado el robo «por estar casados o por el ridículo de la situación».
‘El beso del sueño’
Maribel Verdú protagonizó esta película en 1992, en la que interpreta a Margot, una prostituta que ejerce su oficio adaptándolo a los nuevos tiempos. Ella es una experta en el llamado beso del sueño, que no es otra cosa que drogar a sus clientes con un fuerte narcótico para desvalijarles después.
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