Políticas de juventud, una apuesta estratégica
Diario de noticias de Alava, , 12-08-2009el primer Año Internacional de la Juventud se celebró en 1985. Catorce años después, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaraba el 12 de agosto como Día Internacional de la Juventud para consagrar una nueva manera de entender las necesidades de las personas jóvenes y marcar el calendario de actuaciones de los gobiernos. El objetivo es que se acerquen con mayor sensibilidad y eficacia a los problemas de la juventud, que aumenten sus posibilidades efectivas de participación social y que consideren sus demandas como parte de la solución de sus problemas y no como un problema en sí mismas.
El Día Internacional de la Juventud puede ser un buen momento para reflexionar sobre los cambios sociales, económicos y culturales que están afectando al concepto de juventud. Nos hallamos ante un cambio global del significado de las edades de la vida y cada vez parece más claro que la juventud como etapa vital se está alargando, al mismo tiempo que se accede más temprano a comportamientos asociados a la juventud y se retrasan los relacionados con la etapa adulta. Estas transformaciones generan nuevos escenarios que es preciso conocer para que las políticas públicas den respuestas sujetas a las necesidades y lógicas del presente.
En Euskadi, la evolución demográfica ha reducido el porcentaje de jóvenes (personas de 15 a 29 años) respecto al total, pasando del 23,9% en 1996 al 16% en 2008. Este descenso viene acompañado de un incremento del porcentaje de jóvenes extranjeros. En 2008, un 11% de los jóvenes de 15 a 29 años residentes en la CAPV eran inmigrantes, lo que supone un incremento del 73% desde 2001.
La situación demográfica viene acompañada de problemas que afectan especialmente a las personas jóvenes, los relacionados con el mercado laboral (dificultades en el acceso al empleo, importante nivel de precariedad y temporalidad en el trabajo, bajos salarios ) y la dificultad de acceso a la vivienda. Ambos factores están provocando un retraso en la edad de emancipación familiar, una de las más elevadas de toda la Unión Europea.
Este contexto hace imprescindible entender la política de juventud como uno de los elementos que deben caracterizar la acción de gobierno. Las políticas de juventud son la mejor inversión en el modelo de sociedad que se desea cimentar y construir.
Es preciso garantizar un sistema educativo público y de calidad que satisfaga las inquietudes profesionales y académicas de los jóvenes. Que se apueste por un fomento del empleo que asegure los derechos laborales y una mayor estabilidad. Que se desarrolle una política de vivienda capaz de poner fin a la especulación, convirtiendo en una realidad efectiva este derecho constitucional mediante la promoción de vivienda pública, el fomento del alquiler, las ayudas, etc; tres líneas de actuación fundamentales pero que no pueden ser las únicas. Si algo debe caracterizar las políticas de juventud es su transversalidad, con acciones en ámbitos diversos como la cultura, salud, medio ambiente, igualdad de derechos, lucha contra la exclusión social y un largo etcétera.
Hace falta de verdad diseñar y consensuar, desde una visión estratégica, unas políticas de juventud que hagan de esta materia una de las prioridades de cualquier gobierno. Trabajando desde un punto de vista integral las necesidades juveniles, con medidas concretas, evaluables y presupuestadas, desde la coordinación interdepartamental e interinstitucional y con la participación directa de los diversos agentes sociales y, fundamentalmente, los agentes juveniles.
Hay que tener confianza en el papel que los jóvenes pueden desarrollar en la mejora de nuestra sociedad, más allá de algunos estereotipos negativos que se centran en la ausencia (o continua pérdida) de los valores de la juventud o la distorsionada imagen pública que se traslada, demasiado a menudo, en cuestiones como la violencia o el consumo de drogas.
Debemos apostar por la juventud como agente protagonista. Por ello, los instrumentos de participación juveniles, constituyen otro pilar básico de la política de juventud, puesto que permiten canalizar y organizar la capacidad reivindicativa, de iniciativa y gestión de la juventud, facilitando su participación real y efectiva en la vida política, social, cultural y económica.
Sin ninguna duda, los desafíos de la juventud solamente pueden tratarse de manera satisfactoria trabajando con ellos. El hecho de permitir a la juventud que contribuya en la resolución de sus propios desafíos y los de la sociedad, es una prueba de madurez tanto política como social. Por tanto, en el Día Internacional de la Juventud, hago un llamamiento a la juventud para que alcen su voz, y a los líderes políticos y sociales, a todos los niveles, para que le presten atención.
Como decía Mario Benedetti, “los jóvenes debemos recuperar el habla y la utopía, ser jóvenes sin prisa y con memoria, situarse en una historia que es la suya, no convertirse en viejos prematuros”.
* Director de Juventud y Acción Comunitaria del Gobierno Vasco
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