AL DÍA
800 menores extranjeros pasan el verano en los centros de acogida de las diputaciones
Los adolescentes, sin familia en Euskadi, tienen un completo programa de ocio, lo que no impide que provoquen altercados, principalmente en Gipuzkoa
Diario Vasco, , 11-08-2009DV. «No están encerrados ni vigilados durante las 24 horas del día. Eso supondría saltarse todas las normativas». Los menores inmigrantes que residen en los diferentes centros de acogida del País Vasco tutelados por las tres diputaciones vuelven a estar en el ojo del huracán. Sucesos como los registrados durante las últimas semanas en Gipuzkoa, donde varios chavales protagonizaron altercados tras huir de las instalaciones de Deba donde residían, han vuelto las miradas hacia ellos. En verano, sin clases ni cursillos obligatorios, las instituciones forales confeccionan para los adolescentes un completo programa de actividades de ocio, aunque «es imposible tenerlos siempre controlados», insisten.
En los centros de acogida de Euskadi residen 800 menores inmigrantes no acompañados. Llegan solos y no tienen familiares en la comunidad. Vizcaya se hace cargo de 440 chavales, en Gipuzkoa hay 180 y otros 120 residen en Álava. En todos los centros tienen tareas programadas para estos meses, pero no les ocupan todo el día.
Salidas culturales, al campo, a la playa, a la piscina… La Diputación vizcaína delega el programa semanal de las actividades en los responsables de los albergues. «En invierno sí que hay un control más exhaustivo porque van a clase y, además, se les obliga a cumplir un mínimo de horas en tareas como el estudio de idiomas, pero en vacaciones no», matizan fuentes forales. La idea, dicen, es que los chavales crezcan como cualquier adolescente. «Sobre ellos no hay mayor control que el que se tiene sobre los menores tutelados nacidos aquí», añaden.
Pueden entrar y salir del centro. Incluso ir de fiesta de noche «siempre que cumplan unos horarios». «Como en todas las familias, hay algunos chicos que se portan mejor y otros peor», resumen los representantes forales.
En Gipuzkoa, donde se ha registrado últimamente el foco de problemas, temen que «los conflictos protagonizados por una minoría eclipse la integración del resto». Lo decía hace un tiempo la diputada de Política Social, Maite Etxaniz, tras asegurar que el 90% de los chavales «tiene buena conducta». La minoría que falta en ese porcentaje tiene más de 300 causas pendientes con la justicia. En los centros guipuzcoanos, elaboran un plan de vacaciones personalizado al finalizar el curso para fomentar la integración. «Les muestran opciones diversas, un curso de hípica, talleres de manualidades… Y ellos eligen», explican desde el área de Política Social.
Además de las actividades que organiza cada centro diariamente, este verano once chavales se han apuntado a las colonias organizadas por la Diputación y otro grupo acude a las actividades programadas por ayuntamientos y clubes de montaña de la provincia. Otros, los que forman parte del proyecto ‘Izeba’, entablan cierta relación y acercamiento con familias. «Les hacen una especie de seguimiento y algún día concreto se los llevan a comer y a pasar el día». Los menores también tienen tiempo libre y una paga semanal de entre 10 y 20 euros que les proporciona la entidad foral. La Diputación busca cómo poner fin a los problemas que se repiten en Deba, donde se concentran los menores más problemáticos.
Un muro más alto
Aquí, los chavales, que habitan un caserío, rompen o saltan la valla para fugarse y recientemente dos de ellos causaron daños en quince vehículos en la cercana localidad de Azpeitia. Es la gota que ha colmado el vaso, ya que la Ertzaintza les responsabiliza de más de cincuenta infracciones en un mes. Fuentes del Departamento de Interior del Gobierno Vasco han asegurado que la Policía autonómica no tiene previsto vigilar de manera especial el centro. «No es nuestra competencia y sólo podemos acudir cuando nos llaman. El resto de la vigilancia depende de la Diputación», explicaron. La solución que maneja la entidad foral es construir un muro más alto y poner cámaras de seguridad en el perímetro del caserío para controlar el estricto cumplimiento de los horarios.
Finalmente, en la Diputación de Álava se muestran reacios a explicar qué hacen los menores en verano. «Tenemos un buen número de actividades programadas dentro de los itinerarios educativos para fomentar la integración de los chavales, pero contarlos podría causar el efecto contrario», se excusan en el área de Política Social y Servicios Sociales. En este territorio ya están al límite de sus posibilidades en la acogida de menores. Acaban de inaugurar un hogar en Vitoria, que antes de su estreno ya se había quedado pequeño.
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