La inmigración es el motor de crecimiento en los territorios agrícolas y ganaderos

Diario de noticias de Alava, a.arenaza, 10-08-2009

No hay problemas en la relación entre extranjeros y riojanoalaveses porque apenas existe comunicación

vitoria. Uno de los elementos claves para entender el desarrollo poblacional de Álava es la inmigración. La llegada de nuevos vecinos de origen extranjero se nota, sobre todo, en los municipios con grandes terrenos destinados a la agricultura. En Álava, este fenómeno se da en Rioja Alavesa y la Llanada.

Agurain, por ejemplo, presenta una superficie de 37,85 km2 con una altitud media de 605 metros sobre el nivel del mar y su punto más elevado en la Sierra de Iturrieta. Su clima tiene características oceánicas y continentales, con inviernos largos y fríos, veranos suaves y precipitaciones abundantes. En la actualidad, el municipio tiene más de 4.800 habitantes, 130 más que el año pasado y 891 más que hace una década. Su crecimiento se debe, entre otras cosas, al aumento de la inmigración. Y es que, según los datos recogidos por El Instituto Vasco de Estadística (Eustat) durante 2007, frente a 46 nacimientos, se produjeron 132 movimientos de inmigración.

Rioja Alavesa es otra zona clave. Según los últimos datos publicados por la Diputación Foral de Álava, el 8,3% de la población es inmigrante y procede, por lo general, de Portugal, Marruecos y Rumanía.

Por ejemplo, Oion, ciudad en la Rioja Alavesa que durante el siglo XI se convirtió en un importante lugar de paso en el itinerario del Camino de Santiago, es la localidad alavesa que más movimientos de inmigración ha recibido en los últimos años. El suelo arcillo – calcáreo, el que las lluvias no sean excesivamente abundantes y la orientación del territorio hacia el sur, hace esta zona propicia para la plantación de viñedos y, por tanto, para el trabajo en ellos. Lo mismo ocurre con Laguardia, en el centro de la comarca, productora de 12 millones de litros de caldo anuales con prestigio internacional.

Un estudio realizado por la Diputación demostró que no existen problemas entre los extranjeros y los nativos, pero que esta calma se da, fundamentalmente, por la inexistencia de comunicación entre ellos.

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