Muere Willy DeVille, el «príncipe gitano» del «rock and roll»
La Razón, 08-08-2009Willy DeVille murió ayer en un hospital de Nueva York a los 55 años por un fulminante cáncer de páncreas que acabó con una vida marcada por su influyente revisión del «blues» y los múltiples excesos. Se marchó así un hombre que derrochó actitud dentro y fuera de los escenarios, dejando para la historia un buen puñado de canciones que forman parte de la historia del «rock and roll».
Las cicatrices del rostro de DeVille son el reflejo de un espíritu libre que vivió cada día como si fuera el último. En 1977 grabó su primer disco junto a la banda Mink DeVille, «Cabretta», el primero de tres álbumes producidos por el gran Jack Nitzsche y que contenía el gran éxito «Spanish Stroll». La banda se disolvió tras entregar cinco álbumes más, espléndidos todos ellos: «Return to Magenta», «Le Chat Bleu», «Coup de Grâce», «Where Angels Fear to Tread» y «Sportin’ Life».
Para entonces, en 1985, DeVille ya se había casado por segunda vez y parecía un despojo humano, consumido por la heroína y los licores. Pero en escena seguía siendo un gigante, con una revisión del «blues» que incluía ritmos latinos, vientos de Nueva Orleans y guitarras gitanas. Era una gloria oírle cantar y tocar.
Con su llegada a Nueva Orleans el cantante se inspira en la música tradicional sureña y en 1992 lanza «Backstreets of Desire», donde aparece su interpretación más popular: una inesperada versión del «Hey Joe», que en su día convirtiera en éxito Jimi Hendrix. DeVille recuperaba el arreglo original, una especie de «corrido» mexicano, y ponía su voz más dylaniana para reverdecer los viejos laureles del éxito. «Willy DeVille Live», grabado en directo y editado por un sello francés en 1995, fue un número 1 en España.
En la última década, y ya con DeVille parcialmente desenganchado, sus discos no fueron gran cosa, pues no consiguieron plasmar la extraordinaria intensidad que el artista desplegaba en directo. Ahí se ganó el respeto de todos los amantes de la música auténtica. La esperanza de asistir a su enésima resurrección quedó truncada con su muerte tras una rapidísima agonía.
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