Una madre degüella a su hija discapacitada en La Fama y luego intenta suicidarse

La Verdad, J. P. PARRA, 06-08-2009

La víctima, Irene, tenía 30 años y murió en el acto

La presunta parricida permanece grave en el Reina Sofía

Pasaban pocos minutos de las dos de la tarde cuando una operadora del Centro de Coordinación de Emergencias 112 escuchó al otro lado del teléfono la voz de una mujer visiblemente alterada y con un fuerte acento extranjero: «He matado a mi hija», explicó directamente. Después, pidió un médico. Inmediatamente, Policía Nacional, Local y los efectivos sanitarios tomaron los alrededores de la vivienda, situada en un segundo piso del número 10 de la Avenida de la Fama de Murcia. Dentro de la casa les esperaba una tragedia completamente irracional. Nadie en el vecindario se explica qué llevó a Lila, una mujer rusa de 54 años de edad, a degollar con un cuchillo a su hija Irene, de 30 años, que según fuentes de la investigación sufría una discapacidad psíquica.

Después de matarla y llamar al 112, intentó suicidarse ingiriendo un producto abrasivo, posiblemente lejía, «que le quemó la garganta», según explicaron fuentes policiales. Esperó a los agentes con las puertas atrancadas. Una patrulla de bomberos del Parque del Infante trató de despejar el camino, pero la presencia en la entrada de un perro de raza peligrosa (un pitbull) en actitud agresiva, les obligó finalmente a entrar por el patio de luces.

La presunta parricida fue trasladada al Reina Sofía, donde ingresó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Allí permanece en estado grave y con el estómago «muy dañado», explica Sanidad.

Los policías encontraron el cuerpo de la hija, Irene, tendido en una cama, ensangrentado y custodiado por el pitbull. El animal, cubierto de la sangre de su dueña, fue reducido por personal de la perrera municipal. Irene presentaba una profunda herida en el cuello causada por un cuchillo de 17 centímetros de hoja.

El juez ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al Instituto Anatómico Forense poco después de las cinco de la tarde. Será ahora la investigación judicial y la Policía Nacional quienes determinen las circunstancias de este parricidio. Los vecinos aseguran que no hay antecedentes por malos tratos hacia la hija. «La trataba muy bien, y siempre la defendía si alguien se metía con ella o preguntaban si era deficiente», contaban ayer impresionados, incapaces de encontrar una explicación a lo sucedido.

Ni gritos ni peleas

El presunto asesinato se produjo a la hora de comer. Nadie escuchó gritos ni peleas. «Yo vivo en el mismo rellano, en el segundo piso, y no he oído absolutamente nada. Me he enterado cuando he visto llegar a los bomberos, y me he asomado pensando que se trataba de un incendio», explicaba Araceli Gorreta.

Otros sí escucharon al perro, y salieron alarmados pensando que algo había pasado. Cuando vieron que la escalera se llenaba de policías empezaron a pensar que se trataba de algo mucho peor que un incendio.

Ningún familiar ni amigo apareció por la vivienda de la Avenida de la Fama. Lila e Irene vivían solas. La madre estaba separada y sobrevivían gracias a la ayuda de Cáritas y al dinero que la madre conseguía limpiando casas.

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