El fallecimiento del bebé ha sido el detonante del retorno de los chabolistas

Tensa tranquilidad en el segundo día de «los Caracoleños» en las Tres Mil

La Razón, 06-08-2009

La presencia policial se   mantiene en la zona ante los posibles brotes de violencia por parte de «los Dominguín».

Sevilla – La vuelta de los chabolistas de Tablada al Polígono Sur no ha desatado ningún tipo de violencia ni acto de venganza por parte del clan rival de «los Dominguín». Tras entrar en las viviendas de manera escalonada entre la madrugada del viernes y las primeras horas de ayer, «los Caracoleños» se instalaron en los pisos «a la espera de lo que pueda pasar en los próximo días», asegura Aurora, la matriarca del grupo, quien confía en que los dejen «vivir en paz, porque no podemos seguir en la calle en estas condiciones». Aurora, que sigue ingresada en el hospital Virgen del Rocío, espera recuperarse en los próximos días para retornar también a su casa «como ha hecho todo el mundo», aunque reconoce que no sabe cuándo le van a dar el alta en el centro hospitalario.
Pese a la preocupación de los vecinos, desde el clan de «los Caracoleños» se insiste en que no quieren «más problemas» y que lo que pretenden es volver a «estar en paz con todo el mundo». Parece que por el momento «los Dominguín» no les han hecho frente tras la muerte del bebé de tan sólo 25 días, segunda víctima mortal de este conflicto entre familias gitanas, que se desató el pasado mes de marzo tras la muerte de un adolescente debido a una bala perdida de un tiroteo entre estos dos clanes de etnia gitana. La ausencia de violencia en esta segunda vuelta puede deberse a la muerte de la pequeña, que habría equilibrado la balanza como marca la «ley gitana». Desde el fallecimiento del joven, las 41 familias han peregrinado por distintos sitios de la ciudad, recalando finalmente bajo el puente de Juan Carlos I. El retorno desata una nueva polémica, pues «los Caracoleños» han entrado en los pisos tras romper los precintos y barreras que puso la Junta de Andalucía, propietaria de la mayoría de los inmuebles invadidos ilegalmente tras el desalojo del asentamiento de los Bermejales en el año 2004.
Para Jorge Morillo, el educador social que ha intervenido como mediador en este conflicto, la vuelta a los pisos «no ha sido una buena idea y menos como lo han hecho». Murillo concreta que se ha desvinculado de los chabolistas debido a esta última decisión y porque está «agotado tras cuatro meses de conflicto». En este sentido, afirma que «no sabe lo que puede pasar en las próximas horas» porque la reacción de las otras familias es imprevisible y porque todo se ha hecho con mucha rapidez. La presencia policial en las calles del Polígono Sur se mantiene desde la llegada de los chabolistas ante el temor a nuevos altercados.  

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