Brown y la inmigración
ABC, 06-08-2009EL Gobierno británico del laborista Gordon Brown ha anunciado su intención de endurecer la política de concesión de la ciudadanía a los inmigrantes . A través de nuevas pruebas se recompensará la determinación de los aspirantes a comprometerse con los valores y modos de vida de la sociedad en la que desean ser acogidos. Los británicos han tenido una política de indiferencia hacia la procedencia cultural de los inmigrantes , y su modelo de integración ha desembocado en un archipiélago de comunidades aisladas donde ha desaparecido todo vestigio de cultura británica.
Cuando esas comunidades representaban una proporción insignificante de la población, las autoridades británicas exhibían con orgullo su modelo de caleidoscopio multicultural. Ahora ha llegado el momento de revisar aquella práctica a la luz de los resultados obtenidos para el conjunto de la sociedad británica. Lo que ha dicho el ministro de Inmigración, Phil Woolas, acerca de que «ser británico es un privilegio» representa la parte menos loable de la nueva reforma legal.
Ese supuesto privilegio ha sido obtenido por los ciudadanos de nacimiento sencillamente por azar, no lo han alcanzado aprobando unas oposiciones, mientras que los que luchan por conseguir dicha nacionalidad hacen un esfuerzo personal concreto destinado precisamente a ese objetivo. Sin embargo, la nueva ley debe asegurar que esa voluntad tenga como finalidad el incorporarse plenamente a la sociedad de acogida y no simplemente aprovecharse de sus beneficios. Algunas voces han criticado a Brown diciendo que las pruebas y calificaciones que establece la nueva ley como requisitos en el camino a la obtención del pasaporte británico pueden dar lugar a arbitrariedades. Parece obvio que sin una relación clara, objetiva y bien definida de las características y condiciones, el proceso que han de emprender todos aquellos que pretendan convertirse de buena fe en ciudadanos británicos puede resultar un fracaso.
Para cualquier país ha de ser un orgullo que millones de personas aspiren a incorporarse a su sociedad, pero el proceso está lejos de ser un derecho universal para todos los aspirantes. El sentido común advierte que hay que tener en cuenta también los derechos de la propia sociedad británica y de sus miembros, porque al fin y al cabo esa cultura y ese modo de vida que se pretende preservar es lo que la hace atractiva para los inmigrantes .
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