A todos igual
El Correo, , 18-07-2009En contestación a la carta de Rafael Zamora (15 – 7 – 09), soy enfermera en una unidad neonatal desde hace 23 años y, con la autoridad que me otorga la experiencia a lo largo de todo este tiempo, tengo que decirle que las enfermeras antes, ahora y siempre, con código deontológico o no, atendemos a todos nuestros pacientes con la misma profesionalidad, dedicación y con el mismo cariño, sean de donde sean y crean en lo que crean.
Me parece una ofensa, o más bien una ‘terrible negligencia’ por su parte, insinuar que tratamos de manera distinta a alguien por ser emigrante o ser diferente. Sepa que nuestro código deontológico dice en su capítulo II, artículo 4: «La enfermera/o reconoce que la libertad y la igualdad en dignidad y derecho son valores compartidos por todos los seres humanos que se hallan garantizados por la Constitución Española y la Declaración Universal de Derechos Humanos». «Por ello, la enfermera/o está obligada/o a tratar con el mismo respeto a todos, sin distinción de raza, sexo, edad, religión, nacionalidad, opinión política, condición social o estado de salud».
Y en el capítulo X, artículo 52: «La enfermera/o ejercerá su profesión con respeto a la dignidad humana y la singularidad de cada paciente sin hacer distinción alguna por razones de situación social, económica, características personales o naturaleza del problema de salud que le aqueje. Administrará sus cuidados en función exclusivamente de las necesidades de sus pacientes». El del hospital Gregorio Marañón ha sido un terrible error que, desgraciadamente, ha tenido consecuencias desastrosas para Rayán y su familia, pero también para la enfermera que, con toda seguridad, atendió a ese niño con la mayor profesionalidad, pero que equivocó las conexiones, sin duda debido a su inexperiencia. Por ello estará pasando los peores momentos de su vida.
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