Carta del día: 'Alegato antirracista después de un viaje a Tánger'

El Periodico, Josep Molas Vilar, 26-06-2009

Viajé en barco de Algeciras (Cádiz) a Tánger (Marruecos) en abril. Dos jóvenes árabes salían a cubierta una y otra vez esperando con ansiedad que las luces de Tánger asomaran en el horizonte; en sus rostros se notaba la emoción por el regreso. Después de unas miradas cómplices, me invitaron a un café. Otman y Said me contaron que, tras ocho años de estancia en Barcelona, volvían a casa por unos días. Regresaban a aquellas calles en las que dieron sus primeros pasos y que un día triste tuvieron que dejar, pero ahora estaban de vuelta.
En España conviven muchas razas. En las calles se oyen voces que nos hacen distinguir otros acentos. Voces de hombres, mujeres y niños que a nuestro alrededor muestran una manera de ser diferentes. La convivencia con quienes son distintos a nosotros no debería ser un problema: intentar vivir la diversidad como un manantial inagotable de respuestas, escuchar la aportación de otros saberes y, sobre todo, conocer las experiencias de sus vidas es algo que nos enriquece a todos.
Me da vergüenza cuando en mi país se extiende el mensaje de ciertos políticos que hablan maliciosamente de la inmigración y la asocian a una integración imperativa, y es vergonzosa la actitud de esos miserables empresarios que se enriquecen extorsionando a hombres y mujeres con sueldos que erizan la piel y los sentidos. Deberían pensar esos empresarios – – algunos de ellos, igualmente inmigrantes – – en cómo acogen a los recién llegados. Que hagan el mínimo esfuerzo de recordar cómo fueron recibidos cuando un día a ellos también la vida les llevó lejos de donde nacieron. Otman y Said, si algún día decidís volver, mi casa estará abierta.

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