ARTURO San Agustín

Conozco desde hace muchos años al señor Lam Chuan Pin y sobre todo a su hermano y sé del espíritu emprendedor de ambos. El señor Lam Chuan Pin es el presidente de la Federación de Empresarios Chinos en Catalunya y el martes, ante la Conselleria d’Interior, hizo de hombre bueno en la manifestación de trabajadores chinos, convocada, según sus organizadores, para que no se criminalice sus negocios.
Uno de los manifestantes llegó al paseo de Sant Joan, a la Conselleria d’Interior, en su Mercedes y quizá no fue una buena idea. No, no lo fue. Aquí, durante el último o penúltimo franquismo, en Barcelona, solo se manifestó con coche descapotable y chófer un famoso arquitecto burgués, que sigue cuidando mucho su aliño indumentario, pero aquello fue una extravagancia de rico. Según leo, al señor Lam Chuan Pin le acompañó Alejandro Goñi, a quien también conozco, y que es el presidente de la patronal de las pequeñas y medianas empresas, la Pimec. Todo comenzó, ya saben, en Mataró, con la operación que acabó con el cierre de 72 talleres textiles, 72 ciudadanos chinos detenidos y 450 inmigrantes en la calle.
Yo entiendo que al señor Lam Chuan Pin le preocupe la suerte de esos compatriotas suyos y la imagen de todos los ciudadanos chinos que viven en Catalunya. Sobre todo, cuando se utilizan palabras como mafias, esclavos, etcétera. Y aunque el prudente Lam Chuan Pin dijo que Interior no ha actuado correctamente, pero que él no discute si la policía lo hizo bien o mal, lo cierto es que no puede amenazar. No puede decir que si algunas empresas multinacionales del sector textil prescinden de los servicios de los talleres chinos «Ya no habrá 450 chinos en las calles de Mataró sino 5.000.»
Cuando estas cosas pasan todos tenemos un problema, pero los culpables solo son quienes facilitan la entrada de inmigrantes chinos sin papeles y los que los utilizan, es decir, los que se benefician de su trabajo. Y da igual que esos ciudadanos chinos cobren 30 euros al día, cuando en China solo los cobrarían al mes.
Sin amenazas, por favor.