Lateros y masajistas acosan a los bañistas en las playas de BCN

El Periodico, PATRICIA CASTÁN, 15-06-2009

Miles de bañistas tendidos al sol, sudorosos y sedientos forman un público objetivo lo suficientemente rentable como para que un regimiento de vendedores de todo tipo de productos y servicios se la jueguen, tratando de sortear a la policía local para ganarse la vida en el litoral barcelonés. El resultado es una estampa como la de ayer, con playas abarrotadas de público y un alud de inmigrantes ofreciendo latas de bebidas, masajes, tatuajes, pareos, relojes e incluso porros. La presencia de la Guardia Urbana no basta para doblegar un despliegue que, más allá del negocio ilegal, supone muchas veces el acoso al bañista.
A mediodía de ayer, EL PERIÓDICO pudo contabilizar a decenas y decenas de buscavidas desplegados a lo largo y ancho de las playas. La asociación de chiringuitos del litoral ya denunció desde estas páginas hace dos semanas la presencia masiva de esta actividad que, en el caso de las bebidas supone una competencia desleal a los negocios autorizados. El ayuntamiento replicó con datos concluyentes, como las 824 multas y casi 4.000 latas decomisadas el último fin de semana de mayo.
Pero la organización de los lateros es tan apabullante que el operativo policial se queda corto, como comprobó ayer este diario. A mediodía, solo el tramo de la Barceloneta situado justo enfrente de la comisaría de la Guardia Urbana en pleno paseo Marítim estaba más o menos controlado. Media decena de vendedores se desplegaban en esa franja, frente al alud que había tomado los dos flancos, tanto hasta Sant Sebastià como, al otro lado, hasta Llevant. Los urbanos intentaban controlar las playas por todos los medios. Había patrullas en coche rodando por el tramo bajo del paseo, agentes a caballo e incluso en bicicleta. Pero cada intervención era replicada por una vuelta a la carga en cuanto la policía municipal bajaba la guardia.

PRESIÓN
“El problema no solo es la venta ilegal, sino el acoso que hacen al público”, explicaba un restaurador de la Barceloneta. “He visto a bañistas coger la toalla y desplazarse para evitar el agobio”, apostillaba otro trabajador, cuyo establecimiento trata de combatir la competencia de las latas de cerveza a un euro y medio (de media), con una oferta de vasos de litro a tres euros. Los lateros, básicamente africanos y paquistanís, deambulan bajo un sol inclemente con neveras portátiles o meras bolsas de plástico. Tras el cierre, el año pasado, de un gran almacén de abastecimiento, se aprovisionan en muchos casos en supermercados de la zona. Los precios oscilan en función de la proximidad de algún chiringuito, donde la cerveza (producto estrella) suele costar 2,5 euros.
Otro empresario de un chiringuito asegura que los masajistas compiten en presión con los lateros. “Empiezan cobrando cinco euros, y cuando llevan un rato al final piden 30 euros por el servicio, sobre todo a los turistas”. Con la playa abarrotada, tanto ayer como el sábado, los vendedores de latas provistos de neveras portátiles (que una vez vaciadas depositaron en contenedores de basura, tal vez para ser repuestas de forma organizada) hicieron su agosto. El que compraba, sin saberlo, se aseguraba la presencia reiterada del mismo vendedor toda la jornada, hasta el hostigamiento.
Por piedad, algunos bañistas los encubrían, fingiendo conocerlos. Incluso les dejaban enterrar las neveras bajo sus hamacas ante la presencia de los agentes. Escarbaban una zanja, se quitaban la camiseta y se hacían, fugazmente, invisibles.

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