Inmigración sí, pero...
Diario de noticias de Alava, , 14-06-2009Los ciudadanos del territorio consideran que es la gente que llega de fuera la única a la que corresponde integrarse
vitoria. A punto de cumplir su primera década, el fenómeno de la llegada de ciudadanos extranjeros se va asimilando en Euskadi con mayor o menor fortuna. El Observatorio Vasco de la Inmigración, Ikuspegi, ha estudiado en detalle la reacción de los oriundos del territorio alavés y de toda la CAV ante la presencia de nuevos vecinos, y ha llegado a una serie de conclusiones. Partiendo de la base, como los expertos indican, de que toda estadística tiende a generalizar y debe ser tomada como una referencia y no como un dogma, sí es cierto que el perfil medio del ciudadano vasco ante la inmigración es ambivalente, un tanto contradictorio, y muy humano, por tanto.
Así, los vascos creen que la inmigración no es un problema, sino que contribuye a la mejora económica y social de la CAV, y que en todo caso genera una serie de retos que hay que afrontar. Por otro lado, la sociedad vasca considera que es el inmigrante el que debe integrarse en el país de acogida, a falta de una referencia concreta sobre el concepto de multiculturalidad, tan utilizado como poco definido. Un dato positivo del estudio de Ikuspegi es que en Euskadi no hay extremismos en torno a la cuestión migratoria, sino más bien las citadas posiciones ambivalentes. Los vascos están abiertos a recibir a nuevas culturas, pero muestran un cierto recelo ante lo desconocido. Creen que la inmigración enriquece y defienden que los nuevos vascos disfruten de los Derechos Universales, como no puede ser de otra forma, pero se muestran más reticentes a que accedan a la vivienda, al voto o a la Renta Básica.
Así, en el estudio se asegura que “ante ciertas cuestiones, los vascos presentan rasgos clara y manifiestamente aperturistas y tolerantes, mientras que ante otras cuestiones adoptan posturas defensivas, desconfiadas, cerradas o intolerantes”. Sobre una escala de 0 a 100, de menos a más aceptación de los extranjeros, la media de tolerancia en Euskadi es de 58,74, lo que da una idea sobre esa ambigüedad antes señalada.
El estudio de Ikuspegi se ha realizado a partir de 1.200 encuestas, 400 por territorio, y es la continuación del Barómetro de la Inmigración realizado en 2007, sobre el que se vislumbran muy pocas diferencias. Los encuestadores han realizado una serie de preguntas relacionadas con la percepción del volumen de inmigrantes, la existencia de estereotipos, la política de inmigración, los efectos del fenómeno sobre la economía o los modelos de convivencia preferidos, y los han cruzado con las características de cada encuestado para establecer una serie de perfiles.
El primero y más generalista es el que define al ciudadano tolerante y al intolerante, con las generalizaciones que ello implica. Las personas más abiertas a la llegada de nuevos ciudadanos tienen entre 16 y 44 años, hablan euskera, cuentan con estudios medios o superiores, son agnósticas, ateas o indiferentes, ingresan más de 1.800 euros al mes, están satisfechas con su situación económica, son en una proporción importante estudiantes, políticamente de izquierda o centro, tienden más al nacionalismo vasco que al español y cuentan con un estatus medio – alto. Todo lo contrario vale para el vasco medio intolerante a la inmigración.
Sin embargo, y con el ánimo de profundizar lo máximo posible en la cuestión y evitar estereotipos, Ikuspegi ha elaborado, a partir de las variables estudiadas, 14 tipologías del ciudadano ante la inmigración.
Los más tolerantes, con una nota de 68,5 sobre 100, son las personas con estudios universitarios medios, y agnósticas o de otras religiones distintas a la católica. Suponen un 2,3% de la población. Los ciudadanos con idénticas características, pero con estudios superiores, rebajan la nota a un 68,08, y componen el 5% del censo. Los universitarios católicos y de izquierdas son el siguiente grupo más tolerante, con 64,72 puntos y una presencia en la sociedad del 4,4%. Les siguen los vascos con estudios secundarios, aún estudiantes, jubilados o en paro, que aportan un 62,01 y suponen un 7,4% de la población.
El quinto grupo más tolerante lo componen quienes tienen estudios secundarios, están activos y no son católicos. Su puntuación media es de 60,59 y son un 6,8% de los habitantes de la CAV. Los universitarios superiores, católicos, y de cualquier ideología puntúan con un 60,52 y suponen un 3,6% de la población, mientras que las personas sin estudios, satisfechas con su situación económica, con ingresos de hasta 1.800 euros y euskaldunes aportan 60,24 puntos y representan al 10,7% del censo vasco. El siguiente grupo es el los universitarios medios y católicos, que puntúan con un 59,93% y suponen un 5,6% de la población.
El grupo más numeroso, con un 17,9% del censo, es el de las personas con estudios primarios o sin estudios, satisfechos con su situación y no euskaldunes. Su nota es de 57,18. Los bachilleres activos o dedicados al hogar y católicos suponen el 17,1% y puntúan con un 57,18 en el Índice de Tolerancia a la Inmigración. Les siguen las personas sin estudios, satisfechos con su estatus y con ingresos superiores a 1.800 euros.
insatisfechos A continuación vienen un 7,1% de los vascos que carecen de estudios o han cursado sólo la Primaria, que no está satisfechos con su situación económica y son de izquierdas. Este grupo de población aporta un índice de 54,39 puntos. El siguiente sector lo compone un 4,5% del censo de la CAV que carece de estudios, es indiferente con respecto a su situación económica y e ingresa más de 1.800 euros. Su nota en el Índice de tolerancia es de 51,01 puntos. Por último, el grupo de población que peor acepta a los extranjeros es el formado por personas sin estudios o con estudios primarios, insatisfechos con su situación económica y de derechas o centro. Son un 4,4% de la población de Euskadi y puntúan con un 48,88.
Además, Ikuspegi ha realizado una tercera interpretación de los datos, siguiendo los criterios de otros estudios españoles y europeos, y que divide a los ciudadanos en tolerantes, reacios y ambivalentes. Así, los primeros, un 39,5% de los vascos, apenas se dejan llevar por los estereotipos, son abiertos en cuanto a la política migratoria, apuestan por los espacios mixtos y por el acceso de los inmigrantes a derechos y servicios y son los que más ajustan su percepción al volumen real de extranjeros que residen en Euskadi.
Los ambivalentes se dejan llevar por los estereotipos y creen que hay más población inmigrante de la que realmente vive en Euskadi, pero no ven el fenómeno como un problema. Este grupo representa a un 41,2%.
Por último, los reacios, un 19,3% de los vascos, puntúan muy bajo en todos los apartados, aunque no perciben la inmigración como un problema, lo cual no deja de ser curioso. “Esos valores – apunta el estudio – muestran posturas claramente intolerantes ante la inmigración”.
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