SAN ANGELO, Texas (AP).— El alcalde de esta población de la zona ovejera de Texas lo abandonó todo: trabajo, carrera y país, por amor.

En efecto. J. W. Lown se enamoró de un inmigrante indocumentado y huyó con él a México al darse cuenta de que no podrían permanecer juntos, legalmente, en Estados Unidos.

“Ningún ciudadano de Estados Unidos debería verse frente a esta decisión”, dijo Lown en una entrevista desde México. “Dejé un hogar. Dejé una hacienda. Dejé una carrera política prometedora”, afirmó. Su prominencia local y su fuga al otro lado de la frontera el día que debía prestar juramento para un cuarto periodo dejó a la gente boquiabierta —muchos ni siquiera sabían que Lown es gay—, pero es apenas uno entre miles de casos.

Unos 36 mil estadounidenses están en la misma situación, dijo el congresista demócrata Jerrold Nadler, citando información del grupo Igualdad en la Inmigración. Los proyectos presentados en el Congreso para que las parejas homosexuales reciban el mismo trato que las heterosexuales en materia de inmigración enfrentan una dura oposición.

La ley en defensa del matrimonio, sancionada en 1996, prohíbe a las autoridades de inmigración reconocer los matrimonios gay, aunque sean de estados donde son legales. Hay quienes consideran que se trata de un derecho básico. Steve Ralls, de Igualdad en la Inmigración, cree que la mejor forma de resolver el asunto es incluyéndolo en una reforma integral a las leyes de inmigración.

Pero incluso entre los que defienden los derechos de los indocumentados hay quienes no quieren que se mezclen las cosas, por temor a que el tema afecte las posibilidades de sacar adelante una reforma. Kevin Appleby, director de políticas migratorias de la Conferencia de Obispos Católicos, dijo que se está usando el tema de inmigración para impulsar el matrimonio gay, al que él se opone. “Es una unión profana del debate sobre inmigración y el debate sobre el matrimonio entre un mismo sexo”, afirmó.

Antes de renunciar, el 19 de mayo, Lown, republicano de 32 años, era considerado un político con un futuro brillante. Fue elegido por primera vez como alcalde a los 26 años y cuando se fugó, acababa de ser reelecto para un cuarto mandato con 89% de los votos.

Pero su vida cambió al conocer a un mexicano de 20 años, hace dos meses. Lown se dio cuenta que, siendo alcalde, no habría podido ocultar su relación y su pareja —a quien se negó a identificar— habría terminado deportada. “Tenía el corazón desgarrado. Tuve que tomar una decisión”, explicó Lown. Así que viajaron a México —se desconoce el punto exacto—, donde ahora espera que su pareja solicite la residencia en EU. “No quise violar las leyes. Queremos hacer nuestra vida juntos, haciendo las cosas bien”, afirmó Lown, cuya madre es mexicana y, gracias a lo cual, tiene la doble nacionalidad y no vivirá en México como ilegal.

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