Violan a una mujer a plena luz del día en Bilbao

El Mundo, LEYRE IGLESIAS, 07-06-2009

Los agresores, que la persiguieron desde una macrodiscoteca, fueron detenidos Bilbao


Las agresiones sexuales no son patrimonio de la noche. Ayer, en Bilbao, una mujer de origen latinoamericano que se dirigía hacia su casa a las 7.30 horas fue asaltada por dos jóvenes magrebíes que, según varias fuentes, la perseguían desde una macrodiscoteca cercana. A la altura de la calle Sagarminaga, en el barrio de Bolueta, los agresores empujaron a la joven a un callejón y la agredieron. Después se dieron a la fuga.


Gracias a la descripción física que ésta proporcionó a la Ertzaintza, los jóvenes – uno de ellos, de tan sólo 21 años – fueron detenidos hacia las 14.00 horas en Bilbao La Vieja.


Los vecinos veían venir un drama de estas características. «Este lugar es un chollo para las agresiones», explica Idoia, que todos los días se ve obligada a cruzar un callejón poco iluminado y con jóvenes bebiendo y drogándose, para entrar a su portal.


Según el relato de tres vecinos de la zona que socorrieron a la víctima, los hechos se produjeron con mucha rapidez. Ella había advertido que «dos marroquíes» la seguían. «Le empezaron a hablar en árabe y ella les dijo: ‘A mí habladme en castellano porque en árabe no os entiendo’», relata Txema Sánchez Martí, el vecino que telefoneó a la Policía. Acto seguido, y según el relato de la mujer, los dos jóvenes intentaron forzarla en un portal y, al no conseguir abrir la puerta, la empujaron hasta el callejón que sirve de entrada a los portales 10 a 16 de la calle Pintor Losada. La víctima intentó zafarse pero sólo pudo arañar a uno de sus agresores. Ellos la dejaron con importantes lesiones. Arantza Heredero escuchó los gritos de la mujer desde la terraza de su piso. No se lo pensó dos veces y bajó en pijama a auxiliarla. «Estaba gritando: ‘¡Me han violado, me han violado!’». Mientras bajaba, otro vecino había atendido a sus gritos de socorro.


Jesús, que vive enfrente del fatídico callejón, se encaminaba al trabajo, a las 7.45 horas, cuando la oyó gritar. «Ella estaba destrozada, llorando, con la blusa desgarrada, intentándose subir los pantalones», recordaba este vecino.

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