NO HAY QUE COMPLICARSE la vida en exceso. Cuando un inmigrante llega a Cataluña, tras buscar casa y trabajo, vive. Algunos lo hacen de forma legal, lo que está bien, y otros de forma ilegal, lo que debería estar prohibido. En España no existe examen de residencia ni documento de arraigo. Para lo bueno y malo es más fácil, a la vez que difícil. Primero el padrón, después la tarjeta de la Seguridad Social, poco a poco el que llegó de fuera deja de ser un recién hallado para convertirse en una persona que, después de legalizarse, paga impuestos, con derechos y deberes. Así, el intento por parte de la Generalitat de realizar un certificado de arraigo, con catalán incluido naturalmente, está fuera de lógica, Y si además, de lo que se trata es de que el certificado se consiga después de pagar unas tasas, entonces el propósito se convierte en insultante, sobre todo pensando en que el proyecto de Ley de Acogida tendrá fundamento en el caso de desarrollo total del Estatut. Y eso va para muy, muy largo.

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