El voto inmigrante

La Vanguardia, Toni Coromina , 03-06-2009

El pasado domingo, medio millar de policías no pudieron atrapar al marroquí Driss Lakhouja, que llegó primero a la meta en la IV Cursa de la Policia, organizada en Vic por los Mossos d´Esquadra y las policías locales de Osona. Con un recorrido de 10 kilómetros, la carrera contó con cerca de mil participantes, la mitad de ellos policías. Lakhouja, de la Agrupació Atlètica de Catalunya, fue el corredor que mejor se adaptó al calor reinante y sacó 18 segundos al catalán Roger Roca y 48 al marroquí Hammou Horrous, afincado en Ripoll.

La afiliación de muchos atletas marroquíes y subsaharianos en clubs catalanes no es ninguna novedad, como tampoco lo es lo es la matriculación de millares de extranjeros en los cursos de catalán organizados por Normalització Lingüística. Otras vías de integración de los inmigrantes son su participación en el programa de Parelles Lingüístiques, su presencia en las representaciones de Els pastorets o, como ocurre en Osona, su implicación en recitales de poesía poniendo voz y emoción a los versos de Martí Pol, Verdaguer o M. Àngels Anglada. En el ámbito deportivo, es habitual la asistencia al Camp Nou y la fervorosa implicación en los festejos culés por la consecución de las tres copas del Barça. Sin olvidar las visitas organizadas al Parlament de Catalunya, donde los inmigrantes son recibidos por el presidente de la cámara.

El próximo domingo, los ciudadanos europeos con derecho a voto podrán optar, si lo desean, por depositar su papeleta en las urnas. Pero millones de ciudadanos extracomunitarios se abstendrán por narices, estén o no estén integrados en el Viejo Continente. Su participación en los comicios europeos puede ser debatible o no, aunque no es de recibo negar el derecho al voto en los comicios locales a los ciudadanos extranjeros con más de cinco años de arraigo. Si, además de mostrar su integración en la sociedad que los acoge, trabajan honradamente, pagan sus impuestos y cotizan en la Seguridad Social, están perfectamente capacitados para poder elegir a sus representantes.

Recientemente, la Eurocámara ha apoyado el derecho a voto de los inmigrantes en las elecciones locales. Si el Gobierno de España firma los acuerdos de reciprocidad con 15 países (la mayoría latinoamericanos), unos 800.000 inmigrantes podrán votar en las elecciones municipales del 2011.

Pero con reciprocidad o sin ella, el Estado también debería ser generoso y dar una clara lección de democracia permitiendo el voto a centenares de miles de ciudadanos, básicamente magrebíes y subsaharianos, que han demostrado por activa y por pasiva su arraigo en nuestro territorio. Si ellos pudieran votar, otro gallo cantaría y la democracia sería más democrática.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)