Sonia Sotomayor, la juez federal nominada para el Tribunal Supremo de EE UU, podrá ser la imagen viva del sueño americano, como la ha descrito la Casa Blanca, pero los grupos conservadores contrarios a su candidatura han rebuscado en su pasado hasta dar con un argumento con el que pretenden deteriorar su imagen antes de que el Senado vote su confirmación.

Un discurso pronunciado en 2001 en la Universidad de Berkeley en el que Sotomayor reflexionó, a título personal, sobre su identidad étnica, su trabajo como juez y la interrelación de ambos factores fue hábilmente sacado de contexto por la cadena televisiva Fox – el mayor altavoz de los republicanos en EE UU – para encender la mecha de la polémica. «Nuestro género y orígenes nacionales pueden, y de hecho lo hacen, ejercer diferencias en nuestra forma de juzgar», dijo Sotomayor en un momento su discurso titulado ‘La voz de una juez latina’. Luego pronunció la frase de 31 palabras que ha servido a los conservadores para tacharla de activista judicial: «Yo esperaría que una mujer latina inteligente con la riqueza de sus experiencias llegara más a menudo a una mejor conclusión que un hombre blanco que no ha vivido esa vida». Un ex legislador conservador llegó a decir nada menos que «Sotomayor pertenece al Ku Klux Klan latino».

Para neutralizar la actitud deslegitimadora de la derecha, el grupo liberal Americanos Unidos por el Cambio acaba de lanzar una campaña en YouTube a favor de la nominación de la magistrada, considerando que esas palabras no contradicen su intachable trayectoria.

Como sucede con todos los nominados para el Supremo, los medios de comunicación realizan un minucioso escrutinio estos días de la vida y obra de Sotomayor. El debate sobre el género, el origen étnico y los impuestos que paga la juez implican riesgos para sus seguidores y sus detractores, según ‘The Washington Post’. Las críticas poco constructivas de los republicanos podrían caer mal entre votantes a los que quieren captar mientras que los demócratas también han de ser precavidos a la hora de ensalzar en exceso la cara humilde de la nominada en un país incómodo aún con temas de raza y género.

Bien es cierto que Sotomayor ha contribuido a la dicotomía. Habla con orgullo de sus raíces, pero no siempre le gusta cuando otros lo hacen. Una vez se quejó de una organización a la que era candidata para trabajar por haberla descrito con frases que ella consideró ofensivas, aunque ha demostrado su propia conciencia étnica.