La cultura rumana reivindicará su papel de embajadora en Donostia
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 28-05-2009Esta tarde se celebrará un coloquio y el sábado Komartin participará en ‘Poesía al borde del Urumea’
Donostia. ¿Cuánto sabe de Rumanía? Le sonará Ceaucescu. Nadia Comaneci. Si le gusta el fútbol, el Steaua de Bucarest. Si le gusta la Real, Gica Craioveanu. Si recuerda que es rumano, Eugene Ionesco. Y, probablemente, piense en los que piden en las esquinas, en los cajeros de los aparcamientos.
Para Horia Barna, escritor, periodista, traductor y director del Instituto Cultural Rumano en Madrid, es un país “latino aislado, firmemente europeo y cristiano en sus raíces”, cuyos ciudadanos constituyen la mayor comunidad inmigrante en España. Barna no obvió ayer, en Donostia, la cuestión de la delincuencia. “La avanzadilla gitana ha manchado nuestra imagen y nos ha cortado las alas”. “Sé que no es políticamente correcto decirlo. Entre los gitanos hay personas de calidad pero hay otras, nómadas, que ahogan nuestra imagen”.
Para remediar la parte del prejuicio que procede del desconocimiento, Literaktum, que convierte a Donostia en la ciudad de las letras por una semana, programa esta tarde (19.00 horas), en el centro cultural de Altza un coloquio sobre La cultura joven en Rumanía , en el que participarán el propio Barna y Claudiu Komartin, “una de las grandes promesas de la poesía rumana”. Komartin repetirá el sábado en Poesía al borde del Urumea , acompañado de Olvido García Valdés y Aritz Gorrotxategi.
En la sesión de hoy, se proyectará también el mediometraje El sueño de Liviu (2004), de Corneliu Porumboiu, que enfoca el cambio que ha experimentado la sociedad rumana en los últimos años, laeterna transición que ha sufrido y que Barna resume, como quien lo ha reflexionado y lo ha explicado en muchas ocasiones – probablemente sea así – de esta manera: “Tras décadas de totalitarismo de derechas e izquierdas, después de tanto tiempo, te acostumbras a censuras y autocensuras. A partir de los 90 se propician las libertades, y algunos no sabían qué hacer con ellas: ni los más viejos, ni los jóvenes”.
En ese proceso de asunción de nuevos márgenes, en la literatura han surgido temas que “faltaban”: “el sexo, la religión, la homosexualidad o la violencia”. El posicionamiento de Barna es claro: “El atrevimiento es necesario, alguno se ha pasado pero sin esto no avanzamos. Recuerden a Tristan Tzara, rumano, y sus dadaístas. Se pasaron, hicieron cosas impensables; gracias a su empuje, salió un grupo similar a la Generación del 27 de aquí: Cioran, Ionesco…”.
El Instituto Cultural Rumano que se fundó hace dos años y medio en Madrid , y del que Barna es su pionero y primer director, se mueve entre dos objetivos: invitar a músicos, escritores y artistas rumanos a cualquier punto de la Península y promover una elite intelectual y artística rumana en España. Para este último propósito, el más ambicioso, adoptarán como modelos procesos similares que se han desarrollado “en Francia, Alemania e incluso Italia”.
Habrá otra oportunidad de asomarse a la literatura de este país: el escritor Norman Manea, el autor rumano contemporáneo más traducido, visitará Donostia en julio, en el marco de un curso de verano de la UPV sobre el Telón de Acero .
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