El desempleo se duplica en un año entre los extranjeros, que son ya el 16% de los parados

La Verdad, ANTONIO LÓPEZ, 25-05-2009

La crisis afecta con más dureza a quienes proceden de fuera de la Unión Europea

Crece el temor a quedarse sin tarjeta de residencia por estar dos años sin trabajo

Desempleados en 2008: 1.237 personas.

Desempleados en 2009: 2.489. De ellos son 2.140 procedentes de países no comunitarios y 350 de la Unión Europea.

De qué países: Sobre todo de Marruecos y Ecuador.

Qué tipo de ayudas tienen: Pueden acudir a asociaciones como Murcia Acoge, Rasinet o el Consorcio de Entidades para la Ayuda Integral con Migrantes.

Qué ofrece: Todas ofrecen información, orientación, y asesoramiento laboral y fiscal..


Llegaron a España en busca de El Dorado: trabajo, dinero y comodidad. Pero la crisis que azota el país les ha vuelto a la realidad. El drama del paro golpea de forma especial al colectivo de inmigrantes de Cartagena. Para ellos, quedarse sin trabajo supone una doble crisis, porque todos afrontan gastos con un mayor esfuerzo: desde el alquiler o la compra de un piso hasta la manutención, pasando por el envío de remesas de dinero a sus familias para ayudarles a comer, pagar la escolarización de los niños o poder dormir de forma digna bajo techo.

El paro entre los inmigrantes se ha duplicado en el último año. Actualmente, hay 2.489 desempleados pertenecientes a la Comunidad Europea y de fuera de ella, y en el mismo mes del año pasado eran 1.237. Del total de parados del municipio (15.178) este colectivo suponen el 16% del número de personas inscritas en las listas del Inem.

Se trata de un dato que aumenta cada día más, a razón de casi cien ciudadanos por mes, según los datos extraídos de la página web del Servicio de Empleo y Formación dependiente de la Comunidad Autónoma. De ellos, 2.140 son no comunitarios y 350 de países de la Unión Europea.

Tres casos simbólicos

El joven Abdoula Ye Fofana, de 28 años, es un ejemplo claro de la situación que sufren los extranjeros. Hace tres años llegó a España en patera y desde entonces no ve cómo ganar un poco de dinero para enviárselo a su familia. En Mali, su país natal, tiene a su mujer y a un hijo al que dice añorar mucho. Con el poco español que sabe, logra a decir que le gustaría conseguir un trabajo «de lo que fuera» para «mandarles dinero».

De momento, vive de lo que la Asociación Murcia Acoge le puede dar; incluso está alojado en una casa de acogida que sufraga este colectivo: «Vine porque me dijeron que aquí podría conseguir un trabajo, pero cuando estás aquí te das cuenta que no es así».

La situación de paro afecta a personas de todas las nacionalidades: marroquíes, rumanos, ecuatorianos, colombianos… Ninguno se salva. Antes, muchos trabajaban en el sector de la construcción, otros en la hostelería y la gran mayoría de las mujeres se sacaba un sueldo cuidando a mayores, enfermos o niños.

Otro caso similar al de Abdoula Ye es el del rumano Mihami Feoarca, de 41 años. Lleva en España cerca de dos años y medio. Dice que antes trabajaba de lo que pillaba, y así podía subsistir, pero que con la crisis hace más de un año que no encuentra ningún empleo. Por eso, se ve obligado a vivir debajo de un puente. Asegura no tiene dinero ni para pagar un alquiler. «Me vine de mi país porque tenía problemas familiares y dejé allí a dos hijas. He trabajado de carpintero, pero ahora estoy tan desesperado que me gustaría conseguir un empleo con contrato o sin él. No sé que hacer, si quedarme o volverme a Rumanía», confiesa Mihami.

«Cojo cualquier trabajo»

Los extranjeros viven con la incertidumbre de conseguir la tarjeta de residencia y cuando la tienen, con la angustia de no quedarse sin trabajo durante un largo tiempo, porque pasados dos años la pierden. Esto lo sabe muy bien Zehor Yachoute, de 38 años. Está casada y lleva en España cuatro años. «Estoy pendiente de que me renueven los papeles y no sé si lo podrán hacer. Llevo bastante tiempo sin trabajar. Tengo miedo», cuenta.

Esta marroquí ha trabajado de camarera en restaurantes y de ayudante de almacén. Ahora está dispuesta a aceptar cualquier empleo con tal de conseguir algo de dinero. «Me gustaría trabajar cuidando a mayores, en un restaurante o donde sea. Mi ilusión es ahorrar un poco de dinero para mandárselo a mi familia, pero con la crisis es imposible».

Noura Moalmi tiene 32 años. Lleva en España siete y dice que desde que llegó nunca había estado en la situación actual. Tiene un niño de ocho meses y una niña de dos y dice tener mucho miedo porque ella no trabaja y su marido está en paro.

«La situación es muy complicada desde hace un año. A mi marido ahora se le acaba el paro y no sé de qué viviremos. Nos gustaría mandar algo de dinero a nuestras familias pero no puede ser», comenta.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)