«No le vi venir hasta que lo tuve encima y me lanzó un navajazo»

Diario Vasco, JM.V., 25-05-2009

José Luis C., de 47 años, lleva 30 como portero de discoteca en locales de San Sebastián. Ayer recibió una cuchillada en la cadera mientras desempeñaba su trabajo. Desgraciadamente, no ha sido la única agresión de este tipo sufrida.

- ¿Había visto antes alguna otra vez a su agresor?

- Es un joven magrebí al que no le dejo pasar. Un chorizo, un delincuente habitual… La semana pasada quiso entrar en varias ocasiones y no le dejamos. Me amenazó. Me dijo: ‘Voy a ir a por ti’. Ayer apareció sobre las cuatro de la mañana y volvió a amenazarme. Se fue y regresó a las cinco y media, cuando yo estaba en la puerta con otro joven al que no dejaba entrar en el local.

- ¿Qué recuerda?

- No sé de dónde salió. Me intentó dar una cuchillada en el abdomen, me giré y me pinchó en la cadera. Me lanzó una segunda puñalada al pecho y, por casualidad, impactó en una placa y una cadena que llevo. Si no llega a ser por eso, me mete el cuchillo hasta dentro. Luego se dio la vuelta, se topó de morros con mi compañero y le metió una cuchillada.

- ¿Qué hicieron entonces?

- Salimos corriendo detrás de él. De repente, miré a mi compañero y le vi sangrando y luego me di cuenta de que yo también sangraba. Del nerviosismo no nos habíamos visto las heridas. Me eché la mano al costado. A mi compañero le tuvieron que poner tumbado en un banco porque la sangre le salía a borbotones.

- ¿Llegó a verle el arma?

- Llevaba un cuchillo de cocina de 20 centímetros de hoja por lo menos. No le vi venir hasta que lo tuve encima y me lanzó una cuchillada. Vino sin mediar palabra con el cuchillo a por mí. Me la tenía jurada. Nos pudo haber matado a los dos. Así de claro.

- ¿Se ha visto en una de estas otras veces?

- Sí, realmente es la tercera que tengo en pocos años. El año pasado, el domingo de Semana Santa tuvimos un problema con dos colombianos. A mi compañero le tuvieron que poner 46 puntos de sutura y a mí me dieron un corte en la cabeza. Anteriormente, un gitano me sacó una navaja, aunque aquello se pudo solucionar.

- ¿Es un oficio de riesgo?

- Nos sentimos acosados. Nosotros estamos para filtrar que gente así, que anda con un cuchillo por la calle, no entre en el local. Para muchos, los porteros somos los malos, pero la gente no se da cuenta que estamos trabajando para su seguridad, para que quien esté dentro se pueda divertir en paz y sin problemas…

- ¿Se sienten inseguros?

- En la puerta estamos vendidos. Cuando hay problemas, llamas a la Policía y, dependiendo de la hora que sea, o están en cambio de turnos o hay pocos agentes en la calle… Para cuando vienen, ha pasado más de un cuarto de hora. Si yo tengo un altercado con alguien y al final le pego un tortazo, cosa que evito, el problema es para mí, porque es a mí al que llevan esposado.

- Para muchos, el portero de discoteca es el malo de la película…

- Sí, el chulo, el prepotente, el que no deja pasar… Pero no dejamos pasar a la gente que, por ejemplo, está drogada hasta las cejas y sabemos que dentro se va a liar a tortas con la gente.

- ¿Cree que hay más inseguridad en las calles de San Sebastián?

- Llevo muchos años trabajando de portero de noche. Empecé en 1979 y, de lo que yo he conocido San Sebastián a lo que hay ahora es una vergüenza. Están dejando campar a su anchas a mucha gentuza. Nunca he sido racista. Tengo amigos negros, chinos, magrebíes, pero lo que no hay derecho es que esta gente hoy me meta una puñalada y a los dos días esté en la calle.

- ¿Ustedes no llevan ningún tipo de arma?

- No. Si a mí me cogen con una porra extensible o con un spray y me detienen y me multan. Superman sólo existe en las películas. Los porteros de las discotecas preservamos la seguridad de los demás para que se diviertan sin problemas.

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