Podría parecer que Joaquín Cortés, el bailador de flamenco más famoso del mundo, carece de humildad. Pero antes habría que ver qué y cómo se le pregunta algo.

Veamos. Si el cuestionamiento es sobre las críticas recibidas a lo largo de 20 años de carrera, rápidamente responde:

“Lo que me interesa es reunir disciplinas. Hace 20 años se me atacó porque me vestían los grandes diseñadores, que eso no era baile. A mí lo que me interesaba era la manera de unir. Ahora los bailarines son vestidos así.

“Ha habido un cambio a mi llegada, al final, parece que cuando uno tiene éxito con alguna fórmula, otros desean imitarla y está bien”.

Y si alguien le pide el impacto que ha logrado en el mundo de mostrar a los gitanos y su baile tradicional, del que se siente orgulloso representante, no duda:

“Soy un gitano universal. Como gitanos tenemos derecho a estar en el mundo y tenemos nuestras propias raíces.

“He abierto fronteras, he llegado a países donde antes no llegaba el flamenco. Joaquín Cortés va a Rusia, creo que he recorrido 80% del mapamundi”.

Qué tal si le pide su opinión acerca de venir a México luego de la alerta sanitaria, tras la cual algunos artistas cancelaron su presencia.

“Esto es como la vida. Uno puede tener muchos conocidos, pero amigos, pocos. En los momentos difíciles es cuando deben aparecer.

“No es que así sea aquí, pero yo estoy encantadísimo de venir. Pienso que las medidas que se tomaron fueron necesarias. ¡Y por favor, no aplaudáis!”.

Y sí. Llama la atención que el bailarín (Córdoba, España, 1969) se encuentre en México faltando más de un mes para presentarse en el Auditorio Nacional y en Puebla.

Será la primera vez que el espectáculo de nombre “Calé” (gitano en su propia lengua) y que acaba de tener un preestreno en Nueva York, se muestre en una ciudad de Latinoamérica.

Joaquín, dicen quienes lo conocen, es humilde. Pero también reconoce abiertamente que las conferencias de prensa le gustan porque habla de su trabajo y es el primer paso para que los medios de comunicación transmitan la informa ción de su próximo espectáculo.

Así que aprovecha el micrófono para detallar “Calé”.

“Va a ser una hora y 40 minutos sin descanso. Es una superproducción con pantalla, iluminación, 16 músicos, seis voces.

“El baile es un mestizaje de música flamenca, de jazz, latina, árabe. Y el vestuario es una fusión de todo lo que he mostrado en mi trabajo. Aquí se presenta y luego va a recorrer más de 30 países en Europa y Asia”.

Joaquín comenzó sus estudios de danza cuando tenía 12 años de edad. Su calidad le permitió llegar a los 14 al Ballet Nacional de España y a los 17 ascendió a la categoría de solista.

Es reconocido en el mundo por la coregografía que hizo de la ópera Carmen o su intervención en el montaje del clásico Don Quijote.

La próxima vez evitará, como lo ha hecho siempre en cualquier país, ver algún video que alguien le grabe.

La razón: no le gusta verse, a pesar de ser ampliamente seguido por el público femenino, que se llega a empujar entre sí para sacarse una foto a su lado. Para quien todavía duda de su humildad.

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