Babou Cham, actor nacido en Gambia, es el más reciente Manelic de ´Terra Baixa´
¿Hasta cuándo eres inmigrante?
La Vanguardia, , 19-05-2009NÚRIA ESCUR – Barcelona
Un día le llamó por teléfono un director alemán. Quería hacerle una prueba. Babou Cham le recitó un trozo de El rey Lear y se fue a casa. Antes de lo esperado llegó la respuesta de Hasko Weber: “Quiero que tú seas Manelic”. Yahí está este gambiano de gesto rotundo, desde el 23 de abril, en el Romea, dando vida al texto de Guimerà. “Espero que a nadie le sepa mal que Manelic sea negro y nada tonto, pero es evidente que está armando mucho revuelo. Crea controversia y, en el mejor de los casos, reflexión. ¿No hay nada más que decir de Terra Baixa?Es la historia de un hombre que ama a una mujer”.
¿Por qué no me preguntan cómo me preparo el papel?". Esa es la incógnita que dirige a “los llamados puristas o gente que, por un lado, proclama la universalidad de Guimerà pero luego no logra permitir que se transgreda. Que miren a su alrededor: la realidad siempre va por delante. Soy negro, vale, sí. ¿Y?”. Su rostro se ha hecho popular gracias a su papel de Ousmane en la serie Ventdelplà.¿Siguen ofreciéndole interpretaciones cliché del estilo inmigrante sin papeles?“Eres negro, siempre vas a serlo. Hay que asumirlo. Es así por mucho discurso de integración que nos rodee. Yo no intento huir de eso. Pero debo decir que en teatro me han ofrecido cosas que no son clichés; el teatro es mucho más libre que la tele; se atreve, experimenta. La tele sigue muy ligada a los arquetipos”.
Bakau Wasulung Kunda nació en Gambia en 1976 y creció en una familia de carpinteros. Su padre quería viajar, así que cuando Babou tenía 3 años él partió con intención de recalar en Inglaterra, aunque se quedó en Mataró. Luego llegaron la madre de Babou y dos hermanos. Otros tres nacieron ya en Catalunya: “Con ellos sólo hablo catalán, no conocen el mandinga”. Él no pudo reunirse aquí con su familia hasta los 14 años y si algún día tiene hijos dice querer educarlos “en el respeto a todos, pero, sobre todo, a sí mismos”.
A los 24 empezó su carrera como intérprete. “Nunca imaginé que algún día podría ganarme la vida como actor catalán”. Continúa preguntándose “hasta cuándo uno sigue siendo inmigrante en la mente de la gente aunque lleve décadas aquí”. ¿Obama? “Ha llegado a presidente, sí, ¿pero cuántas generaciones han hecho falta antes? La gente quiere superar el racismo sin querer analizarlo de verdad. La diferencia, sea cultural, de piel o de sexo, siempre existirá, pero cada generación ganará en matices. Hablemos abiertamente, sin discursitos: nos llenamos la boca de integración al tiempo que la estamos cuestionando”. No siente que la suya fuera forzada. “Nadie me obligó a aprender catalán. Por mi carácter quise hacerlo, a la vez que aprendía castellano”.
Como cuenta él mismo, no llegó en patera pero sabe bien qué es el rechazo. Hay gente que se encarga de recordárselo todos los días, “y tienes que aprender a vivir con ello”. Cham lamenta que muchos de quienes critican al emigrante no lo conozcan; las anécdotas desagradables prefiere olvidarlas, “porque pudren el espíritu”. A veces invierte las preguntas: “¿Usted que es catalana cree que aún hay racismo en nuestra sociedad? Dígalo usted, porque a mí siempre me salen amigos colegas que me recuerdan que a mí me aprecian. ¡Pues claro! Pero siendo negro sigues unido a un perfil social. Te ven, piensan en un cayuco y vienen a confirmar prejuicios”.
A sus amigos les cuenta bromeando que es algo animista y le gusta creer que ha llegado aquí, explica, “por alguna razón que se me escapa”. “No acostumbro a hablar de esto, pero lo creo: ¿qué es un hombre sin fe? ¿Un hombre sin alma? Entonces es nada”. En su bolso, libros en inglés.
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