La Arboleda recupera la calma

La familia realojada completa su primera semana en el poblado minerosin incidentes y con la esperanza de recobrar pronto la normalidad

El Correo, SERGIO LLAMAS, 17-05-2009

Las minas abandonadas, los verdes prados, el funicular, los pozos inundados. Todo sigue en su sitio una semana después del temido realojo en La Arboleda de una familia procedente de Sestao. Ni los residentes han reaccionado con violencia, ni los nuevos vecinos han dado problemas. «Parece que los ánimos se van calmando. ¡Hasta hemos paseado por el pueblo!», desvela Eduardo Motos, portavoz del Consejo Gitano que asiste al matrimonio.

Él ya ve síntomas de que la convivencia puede normalizarse muy pronto. «El otro día nos equivocamos de timbre en el portal y los vecinos nos abrieron igualmente», celebra el representante de la Asociación gitana de Barakaldo. Y eso apenas tres días después de que la familia encontrase la puerta de su casa tapiada con cemento. «Al margen de lo que se haya dicho, esta gente no es agresiva», afirma. Y no sólo se refiere a la pareja recién instalada. También a los propios vecinos de La Arboleda.

La Policía ya apenas aparece por la zona, pero la normalidad aún no es total. Los movimientos del matrimonio Jiménez – formado por Laura y Manuel – están controlados. Por un lado, los residentes mantienen las «rondas de vigilancia» en torno a la casa. Además, la familia responde a un cronograma del que tiene copia la Ertzaintza. «Está marcado cuando van a llevar a los niños al colegio, o cuando van a pasear», explica la abogada y portavoz de la familia, María Tato.

Pese a todo, los cinco hijos de la pareja ya hacen vida en el barrio. Y el miércoles por la tarde, al no tener clase, pudieron jugar en un parque. «Les llevaron dos monitoras. Estuvieron con otros niños e incluso una madre les dio galletas», celebra la abogada.

Quienes de momento casi no han abandonado la vivienda son los padres. Según Motos, Laura tiene mucho trabajo con la casa y Manuel estudia hasta ocho horas diarias. «Una maestra le está enseñando a leer. Quiere sacarse el carné de conducir porque aquí le va a hacer falta», indica. No serán las únicas clases que recibirá el cabeza de familia, a quien pronto le aguarda un curso de empleo y formación que le enseñará un oficio y le proporcionará trabajo durante al menos seis meses. «Es joven – 27 años – . Tiene mucha ilusión y toda la vida por delante», apunta el portavoz de la Asociación Gitana de Barakaldo.

«Todos somos víctimas»

Mientras, los vecinos de La Arboleda continúan su lucha, aunque no contra los Jiménez. «La nuestra es una pelea política. Creemos que la familia es tan víctima como nosotros», asegura el presidente de la asociación vecinal, Iñaki Zamarripa, quien sostiene que el grupo hubiera preferido instalarse en Sestao, algo que corrobora su letrada. «Es normal, porque allí está su origen y su arraigo», señala Tato.

Hoy, los vecinos se concentrarán en la rotonda de acceso al barrio, como todos los domingos desde que se inició el conflicto hace ya seis meses. Protestarán contra las instituciones que han promovido un realojo «que no beneficia a nadie». «Me llaman la atención los políticos que nos tachan de fascistas, racistas y violentos. Si de verdad fuéramos así, ¡qué poco les importa esta familia a la que han obligado a venir aquí!», se duele Zamarripa.

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