Cientos de vitorianos alquilan habitaciones en sus casas para llegar a fin de mes

El Correo, MARÍA REGO, 17-05-2009

Unai vivía hasta hace bien poco con su pareja y cuando rompieron se vio obligado a alquilar una habitación de su casa para poder hacer frente a la subida del euríbor. Susana, por su parte, decidió compartir su vivienda recién comprada con el objetivo de «sacar un dinero» que le permitiera costearse en un futuro la reforma del inmueble. Jorge comenzó a pagar la hipoteca sin agobios gracias a la entrada de nuevos inquilinos en su hogar. Son los testimonios de tres de los cientos de anunciantes que figuran en las guías inmobiliarias.

EL CORREO ha hecho un recuento en las publicaciones y webs más seguidas, y los datos son reveladores. Nada menos que 560 vitorianos arrendan dormitorios en su hogar, el doble que hace sólo tres años. Y la mayoría lo hace porque la crisis ha estrangulado hasta límites imposibles la economía familiar. La demanda, en cambio, se reduce a menos de la mitad. Según el estudio realizado por este diario, alrededor de 230 personas buscan una habitación.

Los casos son muy variados, pero con un común denominador: la imposibilidad de llegar a final de mes con los ingresos actuales. Como Paolo, un peruano al que la recesión le ha dejado en el paro y con una vivienda adquirida este mismo año en Lakua tras dos décadas de residencia en la capital alavesa. «Llevo cinco meses sin trabajo y me he puesto a buscar una compañera de piso – cree que las chicas son más ordenadas – para poder pagar todas las facturas que me llegan». Ofrece un dormitorio por 300 euros al mes. Pero nadie se ha interesado aún por la oferta. «La cosa está muy mal así que igual tengo que coger las maletas e irme», admite apesadumbrado.

Lakua, Arana y Judimendi

La tarifa de Paolo responde a la media que se cobra en la ciudad por un dormitorio. Pero también los hay por 500 euros, en Manuel Iradier, y pueden bajar hasta los 150 en calles como Cercas Bajas. En el Casco Viejo, en cambio, la oferta escasea. La mayoría de las habitaciones de alquiler se reparten entre el centro, Lakua, Arana y Judimendi. «Las habitaciones son caras en todos los barrios pero de alguna forma tenemos que ir pagando la vivienda», justifican distintos arrendatarios.

Susana es una de ellos. Compartía casa hasta la pasada semana con una mexicana que ha optado por volver a su país, y ahora anuncia su habitación vacía por el mismo precio. «El alquiler total me sale por 980 y, aunque tener a otra persona no me saca de grandes apuros, sus 300 euros me vienen muy bien», comenta esta amante de los animales.

No todas las personas que buscan alojamiento se muestran dispuestas a tener una mascota merodeando por su dormitorio, pero los que más pegas ponen son siempre los arrendatarios. Para disfrutar, por ejemplo, de un piso con conexión ADSL y televisión por satélite en la calle Comandante Izarduy hay que tener «entre 20 y 35 años, y ser del país». El que cumpla estos requisitos podrá entrar a vivir, por 325 euros al mes, en el piso de Jorge y ayudarle a pagar la hipoteca.

En casa de Alí, sin embargo, buscan «chicos extranjeros». Pero «cuesta» encontrar inmigrantes dispuestos a pagar 250 euros por una cama y un baño común en un inmueble ubicado junto a la estación de autobuses. El alquiler no incluye más.

Compartir casa con Pepe y su chica en Lakua resulta aún más barato – el mes sale por 240 euros – , y el precio no recorta las prestaciones: el inquilino tiene derecho a cocina, baño individual – muy difícil de encontrar en estos anuncios – y televisión propia. «Alquilamos la habitación desde hace tres años y la gente que ha venido nunca nos ha dado problemas. Al contrario, nos permite pagar poco a poco la casa», apunta.

Francisca, en cambio, no puede decir lo mismo. En los seis años que lleva ofertando dormitorios – cada uno tiene su llave para «más seguridad» – en su piso arrendado de Zaramaga ha recibido «alguna que otra sorpresa desagradable». Algún susto se ha llevado también Yoana Canales cuando ha buscado un cuarto. Esta chilena de 30 años, que prefiere viviendas de no fumadores, no comprende cómo se pueden anunciar «espacios sin calefacción» aunque admite que con «mi presupuesto de 250 euros, gastos incluidos, no se puede pedir mucho más».

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