Día Internacional de las Familias

"Lo que vale es el amor y la familia"

Se crió sólo con su madre, tiene hermanos de padres diferentes y una hermana lesbiana que convivió con otra mujer y los hijos de ambas. Milagros, un ama de casa cubana casada con un bilbaino, entiende lo que es la familia mejor que nadie.

Deia, 16-05-2009

Me crié con mi madre y mis tres medios hermanos y los fines de semana los pasaba en casa de mi padre, con mis otros cinco medios hermanos y mi madrastra. En Cuba esto lo vemos normal. Es un culebrón, pero nosotros nos queremos. Al final lo que vale es el amor y la familia", sentencia Milagros Acea, casada desde hace casi diecisiete años con un bilbaino y madre de tres hijos. “También tengo una hermana que es lesbiana y que vivió en pareja con una chica, con hijos de ambas de por medio. Eran los años ochenta y yo lo pasé mal a nivel social, pero dije: Esto es lo mío y hay que luchar por ello”, añade, dejando constancia de que nadie mejor que ella para entender a las consideradas familias atípicas.

Consciente de “los perjuicios que se arrastran” y de lo difícil que es salirse de la norma establecida, Milagros demuestra, con motivo de la conmemoración ayer del Día Internacional de las Familias, su apertura de miras. “Si te toca de cerca, terminarás aceptándolo porque es lo que trajiste al mundo, lo que criaste, educaste y alimentaste. Lo que digan los demás me sobra”, afirma, en referencia a las parejas del mismo sexo que comparten, además de techo, descendencia. “Eso ya no es ningún problema para educar a un chaval, están perfectamente facultados”, defiende.

matrimonio intercultural

“Nos casamos por amistad”

Tan sincera como tolerante, Milagros no tiene reparos en rebobinar su vida y admitir abiertamente que se casó con su marido, Ángel Laconcha, al que conoció en Cuba, para poder acompañarle en sus viajes, ya que países, como México y España, dice, le denegaban la autorización para entrar si no eran esposos. “Nos casamos por amistad, más que por enamoramiento, porque no nos conocíamos lo suficiente. Ahora llevamos casi 17 años de matrimonio y tenemos tres hijos, Imanol, Unai y Kenia”, se apresura a aclarar.

Aunque ya nadie cuestiona su relación, en sus comienzos tuvieron que dar muchas más explicaciones que otros por el simple hecho de no compartir la misma nacionalidad. “Cuando me casé la Policía me investigó, me hicieron entrevistas y me preguntaron por los gustos de mi marido y todo lo demás para detectar si era un matrimonio blanco o no”, explica esta ama de casa. Ángel también tuvo que aguantar que en su entorno dudaran de las buenas intenciones de su mujer. “Tuvo que soportar ese tipo de presión social que existía y esa desconfianza, pero una vez que he estado aquí he sido bien recibida y aceptada”, reconoce Milagros.

Consciente de que hay quien pasa por el altar única y exclusivamente para poder salir de su país, esta mujer llama a la reflexión. “Hay cubanos que se aprovechan de ese tipo de oportunidades, pero hay que tener madurez para analizar quién engaña a quién, porque a Cuba va mucha gente que, como se suele decir peyorativamente, aquí no se come un rosco. Muchas veces es un interés mutuo”, argumenta.

Tras su primer encuentro, durante un viaje que hizo Ángel a Cuba, la pareja se carteó y compartió confidencias vía telefónica un par de años, hasta que surgió el amor y Milagros se trasladó a Bilbao en 1993. “Nos entendíamos y nos gustábamos, pero, una vez que estás aquí, te encuentras con el choque cultural, con la frialdad de la gente, con el clima y los primeros años lo pasas mal”, recuerda. No obstante, añade, “si encuentras apoyo y comprensión por parte de tu pareja y tu familia, se sobrelleva”. De hecho, dice, “mi marido y yo podemos chocar por problemas culturales, pero los solucionamos siempre”.

discriminación

“Yo no vivo de ninguna ayuda”

Los cubanos, dice Milagros, están “mejor aceptados” que otros inmigrantes en Euskadi. Aún así, también saben lo que es sentirse discriminados. “Nunca he tenido que decir que mi marido es de aquí o buscar esa defensa para que me respeten, pero sí me he encontrado con gente grosera y desagradable”. En una ocasión, dos señoras mayores le hicieron bajarse de una acera estrecha a la calle, con el cochecito de su hija, para pasar ellas. “Me dolió mogollón”, confiesa.

“Lo vives, lo sufres, pero se supera. Te das cuenta de que es gente con complejo de inferioridad y aires de superioridad, con ignorancia, poca educación y muchos miedos. Yo no vivo de ninguna ayuda, pero al que es un poco xenófobo o racista le da igual cómo te mantengas. Te ve con un color o con un acento y te rechaza”, señala. A pesar de todo, esta cubana dice haberse adaptado, al igual que su prole. “Mis tres hijos están bien integrados, están estudiando en euskera”.

las frases

“Puedo chocar con mi marido por problemas culturales, pero los solucionamos siempre”

“Cuando me casé la Policía me investigó para detectar si era un matrimonio blanco”

“Mis tres hijos estudian en euskera y están perfectamente integrados”

milagros acea

Ama de casa cubana casada con un bilbaino

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