Barakaldo se mantiene como municipio receptor de personas y está cada vez más cerca de llegar a los 100.000 habitantes. Gran parte del mérito corresponde a los extranjeros. Los inmigrantes son ya más de 5.000 en la segunda población de Vizcaya, lo que representa el 5% del padrón. Su evolución ha sido constante en los últimos años, aunque no así su procedencia. La mayoría no llegan ya desde sus países de origen, sino desde otros municipios cercanos. La mitad, de Bilbao.

Es el dato más relevante de los que se recogen en el último diagnóstico municipal sobre el fenómeno de la inmigración. El estudio revela, además, que en Barakaldo hay vecinos de 87 nacionalidades, veinte más que hace sólo seis años. Entre los extranjeros, destacan los de origen latinoamericano, que representan casi la mitad, con colombianos y bolivianos al frente. El peso de este colectivo, sin embargo, se ha reducido en términos globales, pese a la aparición de nuevos grupos emergentes como los paraguayos.

El mayor auge se da entre los ciudadanos de la Unión Europea, gracias sobre todo a la creciente llegada de búlgaros y rumanos. En el lado opuesto de la balanza se sitúan las comunidades árabes y chinas, que han visto reducido su peso entre el conjunto de los inmigrantes , aunque no su número. «La presencia de mujeres es mayoritaria entre el colectivo americano, mientras que apenas supone una cuarta parte en el caso del Magreb», concreta la edil de Acción Social, Amaya Rojas.

El grueso de los foráneos que optan por fijar su residencia en Barakaldo llegan para trabajar. De hecho, el 83% de la población inmigrante está en edad laboral. Más de la mitad tienen entre 25 y 44 años, aunque el incremento más notable se da entre los jóvenes que acaban de cumplir la mayoría. Al contrario de lo que ocurre en otros municipios vizcaínos, no se aprecian muestras de segregación, ya que su reparto es equitativo por los distintos barrios de la ciudad.

En lo que a educación respecta, se decantan por la enseñanza bilingüe o en castellano, y apenas acaparan un tercio de las ayudas públicas de emergencia social. «Su creciente presencia resulta positiva, entre otros aspectos, para el rejuvenecimiento de la población y el aumento de la natalidad», considera Rojas.