Mientras la Cámara de Diputados italiana aprobaba de urgencia la noche del miércoles el polémico decreto sobre seguridad pública que establece el delito de inmigración clandestina, el presidente Giorgio Napolitano hablaba de «intolerancia y xenofobia» en Italia. Las duras palabras contra la «retórica pública» fueron dichas durante su intervención en la asamblea anual de las Fundaciones Europeas celebrada ayer en Roma. Napolitano destacó la necesidad de «un nuevo ciclo de desarrollo que no rebaje el nivel de equilibrio y de cohesión social al que se ha llegado, sino que lo mejore».

Para el jefe del Gobierno, Silvio Berlusconi, las palabras de Napolitano no «hablan de nosotros», porque «estamos desde siempre contra la xenofobia», explicó. También Umberto Bossi, líder de la Liga Norte y promotor del decreto ley, se desmarcaba de las acusaciones alegando: «Yo escucho a la gente».

El decreto sobre seguridad, que además del delito de inmigración establece las rondas ciudadanas y el aumento a seis meses de la estancia en centros de acogida para los inmigrantes, ha sido muy criticado por la oposición, lo que llevó a un duro enfrentamiento en el Parlamento entre el secretario del PD y el ministro del Interior, Roberto Maroni, de la Liga Norte. También los obispos han criticado el decreto, porque «niega la integración de los inmigrantes». Berlusconi dijo que ignora estas críticas y que el «76% de los italianos coincide con lo realizado por este Gobierno». El decreto fue presentado por la vía de urgencia ante las numerosas dudas sobre algunos de sus puntos entre muchos de los diputados del Pueblo de la Libertad. La Liga Norte amenazó con provocar una crisis de Gobierno si la norma no era aprobada.