«El modelo de ayuda a Senegal para frenar los cayucos es un fracaso»
Diario Vasco, , 10-05-2009Juan Rivero ha analizado durante tres meses sobre el terreno los resultados del plan de ayuda a Senegal que activó hace tres años el Gobierno español tras la masiva llegada de cayucos a las Canarias. Rivero, que pertenece al departamento de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, cree que el modelo ha fracasado debido a la escasa atención prestada a las necesidades de los beneficiarios de las ayudas.
- Todo surgió a raíz de la crisis de los cayucos de hace tres años.
- La llegada de inmigrantes a Canarias en la primavera de 2006 y los incidentes que hubo un año antes en las vallas de Ceuta y Melilla hicieron crecer la alarma mediática. Fue entonces cuando se empezó a hablar de alternativas para frenar esos movimientos migratorios.
- ¿Y qué alternativas se plantearon?
- Una de ellas la puso sobre la mesa el Gobierno de Senegal. Se llamaba Plan Reve, de Retour vers l’agriculture (Vuelta a la agricultura), y consistía en crear polos agrícolas de desarrollo por todo el país para atraer a los que habían emigrado y habían sido repatriados y a los candidatos a la emigración.
- ¿Hubo más países que apoyaron el plan?
- Los únicos que se comprometieron a ayudar a Senegal fueron España y el rey de Marruecos, que aportó de su bolsillo un millón de euros. Se habló de que Francia iba también a colaborar pero al final no lo hizo.
- ¿Cuál fue el compromiso del Gobierno español?
- España se comprometió a entregar llave en mano uno de los 550 polos previstos en el plan inicial. Y ofreció diez millones de euros en un crédito blando del Fondo de Ayuda al Desarrollo con el que se mencionó la posibilidad de hacer otros catorce polos agrícolas. Durante la crisis de los cayucos se habló de una ayuda de hasta veinte millones de euros pero los otros diez son también para pequeños proyectos de desarrollo.
- ¿Era un plan ambicioso?
- La idea era poner en marcha una revolución verde. Entre mediados de 2006 y finales de 2008 el Gobierno senegalés se había puesto como objetivo crear 550 polos capaces de generar 300.000 trabajos directos y otros tantos indirectos.
- ¿Y cuántos polos funcionan en la actualidad?
- Uno, el que realizó directamente España a través de Tragsa, la empresa que resultó del desmantelamiento de lo que en su día fue el Icona. El polo está en Djilakh, un pueblo de unos 2.000 habitantes a unos 80 kilómetros de Dakar.
- ¿En qué consiste?
- Lo que hace Tragsa es un pozo de 160 metros para un regadío de goteo siguiendo las técnicas que se utilizan en el poniente español. De hecho al final es una empresa de Murcia la que se hace cargo de la gestión. Aunque las tierras son de la comunidad y se forma una especie de cooperativa para llevar el polo, toda la gestión y la comercialización termina en manos de empresas extranjeras. Al final se cultivan melones para la venta en el mercado europeo a través de las grandes distribuidoras.
- No parece la fórmula más adecuada para que los habitantes del lugar salgan adelante.
- Es que no se pregunta a los supuestos beneficiarios cuáles son sus necesidades. Senegal se ha convertido en un país totalmente dependiente del exterior para la alimentación. El 80% del arroz, que es el alimento básico, se importa de Tailandia y el 60% de las hortalizas vienen de Holanda o de otros países de Europa. En un sitio así no tiene mucho sentido crear proyectos de desarrollo agrícola que se basan en productos para la exportación. En vez de apostar por la autosuficiencia alimentaria en base a la agricultura tradicional se apoya una agricultura industrial dependiente de los derivados petroquímicos: abonos, plásticos, gomas para el regadío, gasóleo para las máquinas…
- ¿Y no se puede reorientar el proyecto?
- Primero hay que escuchar a la gente. Hay que preguntar no sólo al presidente de Senegal, que tiene necesidad de dinero líquido para financiar su campaña electoral, sino a las poblaciones donde se van a llevar a cabo los planes de cooperación. Es un problema de comunicación. Los contratos entre la administración senegalesa y la empresa española que efectúa la gerencia estaban redactados en francés cuando el 80% de la población de Djilakh proviene de culturas autóctonas. Así que el día que se iban a firmar el director de la escuela se los iba traduciendo sobre la marcha. Ni siquiera sabían lo que firmaban.
- Estuvieron tres meses en el país. ¿Qué les decía la gente?
- No entendían por qué no se les consultaban las cosas. Un técnico me comentó que se sentían como si les hubiesen mandado la ayuda en paracaídas. Para ellos es como si hubiese llegado un ovni y les hubiese dejado unos aparatos con la última tecnología cuando todavía ni siquiera han resuelto el problema del agua porque todos los pozos están salinizados.
- Pero la idea inicial es buena. Promueves el desarrollo agrícola para que la población tenga trabajo y deje de pensar en salir del país.
- Mientras no se apoyen iniciativas endógenas, los planes de ayuda al desarrollo estarán condenados al fracaso. A raíz de nuestra estancia en Senegal hemos hecho un trabajo académico y nuestra recomendación es que antes de montar un proyecto de desarrollo hay que contar con la población local y ver qué es lo que había antes. Vimos que en Senegal se habían llevado a cabo proyectos similares en los ochenta y los noventa. Se traían nuevas tecnologías de Europa sin contar con la población y cuando los agricultores senegaleses se quedaban solos no sabían qué hacer con ellas: no había dinero para gasóleo ni para repuestos, el mantenimiento requería una cualificación que nadie tenía…
- Pinta un panorama oscuro.
- Somos bastante pesimistas. Los otros polos que se van a financiar con ayudas españolas tienen también poco que ver con la realidad de Senegal. Son polos para producir algas, para criar mariscos, productos que como ahora se dice tienen un alto valor añadido. El problema es que tienen valor añadido para unas determinadas empresas, no para la población de Senegal.
- Confiemos en que por lo menos se aprenda la lección.
- Para que haya cooperación tienes que contar con el otro, no puedes tomar las decisiones tú solo, y la cooperación europea actúa demasiadas veces por su cuenta. En el dispensario del pueblo había una televisión con un montón de vídeos educativos. Preguntamos de dónde habían salido y nos explicaron que los habían enviado organismos de cooperación de Francia y Suiza. Resulta que habían mandado una tele a un sitio donde ni siquiera había corriente eléctrica.
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