Crece la tesis de que el joven de Sants fue víctima colateral de las bandas

El Mundo, J. OMS / X. SICCARDI, 09-05-2009

Los Mossos cuentan con multitud de testigos oculares de la agresión mortal Barcelona


La sombra del caso Ronny Tapias ha alcanzado de lleno al último episodio de violencia protagonizada por bandas latinas violentas establecidas en Barcelona.


Los elementos que envuelven el crimen que se cobró la vida del joven Fredi Salvador M. V. el pasado miércoles por la noche en el barrio de Sants apuntan hacia la conclusión de que fue una víctima colateral e inocente de la guerra que desde hace años mantienen grupos juveniles organizados.


Tal y como sucediera en octubre de 2003, cuando el joven Tapias fue igualmente apuñalado mortalmente a las puertas de su instituto por Ñetas que le confundieron con un latin king, la principal hipótesis del homicidio cometido en la confluencia de las calles Galileu y Rosés dibuja un panorama similar.


Todo apunta a que Fredi Salvador M.V., a quien todos los indicios sitúan totalmente ajeno a la estructura de banda alguna, no era el objetivo prioritario de los agresores, quienes al cierre de esta edición continuaban sin ser detenidos.


Tal y como informan fuentes conocedoras del caso, eran varios de los acompañantes del joven peruano quienes, por su pertenencia directa a los Latin Kings, estaban en el punto de mira de los agresores, una docena de jóvenes armados con botellas, piedras y un cuchillo de grandes dimensiones con el que, probablemente, le asestaron las puñaladas mortales. Una turba de pandilleros que los investigadores consideran constituida por una nebulosa de miembros de Black Panthers y Ñetas, enemigos declarados de los Latin Kings. El avance de las investigaciones de los responsables de la unidad de homicidios de los Mossos podría estar cerca de permitir identificar a algunos de los implicados.


Los responsables del caso, bajo secreto de sumario, han logrado, precisamente gracias a la gran multitud de testigos oculares, centrar sus pesquisas en los grupos que suelen concentrarse en los jardines de la plaza de Can Mantega, muy cercana al lugar donde alcanzaron a Fredi y a sus cinco amigos, entre ellos una chica menor de edad.


«Un buen chico»


Los testimonios que intentan desvincular a Fredi S. de todo cuanto rodea a la violencia callejera no han dejado de resonar desde que se conociera su fallecimiento. Una versión que ha sonado con mayor vehemencia desde su entorno más cercano, sobre todo por parte de su padre, único miembro de la familia que ha decidido romper su silencio para defender la inocencia de su hijo, cuyo entierro se celebró ayer.


En declaraciones a varios medios de comunicación, Ramón M., conductor de la empresa de autobuses municipales de Barcelona, no ha cejado en su empeño de señalar que «era un buen chico», que se dedicaba a estudiar informática en el IES La Guineueta y que «no tenía nada que ver con bandas».


La mala providencia quiso que la noche de los hechos, Fredi saliera con sus amigos por primera vez en días, después de que sus padres decidieran levantarle el castigo para que disfrutara «de su Barça».

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