ROMA – Viaje de ida y vuelta sin llegar a tocar el destino. Eso es lo que les ha ocurrido a 227 inmigrantes que habían partido en tres embarcaciones de Libia y se dirigían a Lampedusa, una pequeña isla italiana situada en el corazón del Mediterráneo. Cuando se encontraban a 35 millas náuticas de Europa fueron socorridos por las autoridades italianas, que en lugar de llevarles al centro de internamiento para extranjeros de Lampedusa los trasladaron de vuelta a Libia. Es la primera vez que el país magrebí acepta la devolución de inmigrantes de otras nacionalidades que habían zarpados de sus costas.
Cuando el miércoles las tres barcazas emitieron un SOS se temió un nuevo enfrentamiento en Italia y Malta para decidir qué país se hacía cargo de los 227 extranjeros. La petición de ayuda llegó a las autoridades italianas pero los barcos estaban en aguas maltesas. En un primer momento, el Gobierno de Roma cedió la responsabilidad a La Valeta pero luego mandó a dos patrulleras de la Guardia Costera para que socorrieran a los inmigrantes. En ese instante comenzó una negociación con el Gobierno libio para que diera luz verde al desembarco de los extranjeros en el puerto de Trípoli.
El ministro del Interior italiano, Roberto Maroni, estaba ayer exultante por el éxito de la operación. «Puede representar un cambio en la lucha contra la inmigración clandestina. Por vez primera hemos sido capaces de devolver directamente a Libia a los inmigrantes que habíamos encontrado en el mar. Hasta ahora debíamos acogerles, identificarles y mandarles a sus naciones de origen», dijo. Según explicó, desde que se formó el Gobierno de Silvio Berlusconi, hace hoy un año, se ha trabajado con el régimen de Muamar el Gadafi para que acepte la devolución inmediata de los inmigrantes que zarpan desde sus costas.