Los ecuatorianos que ayer se acercaron a las urnas instaladas en el campus de Espinardo para votar en las elecciones presidenciales de su país tenían la mente más ocupada con lo que pasa en España que con la situación en su país. La crisis ha golpeado de forma brutal a la colonia ecuatoriana en la Región, y el desempleo se ha extendido entre los trabajadores inmigrantes a velocidad de vértigo.

Natividad Rivera lleva once meses en el paro. Su marido y su madre también se han quedado sin empleo. En la familia ya no entra ningún sueldo. Los únicos ingresos son el subsidio por desempleo (tampoco tienen prestación), y con eso tienen que alimentar a tres hijos pequeños. «Llevo once años en Murcia y las cosas iban bien. Tenía trabajo como camarera y nos compramos un piso – cuenta – ; pero cuando me quedé embarazada me despidieron y desde entonces no encuentro nada. La semana que viene voy a renunciar a la hipoteca, porque no podemos asumirla. Nos quedaremos sin la casa, que compramos hace tres años, y buscaremos un piso de alquiler».

Haciendo las maletas

Con este panorama, Natividad piensa seriamente en volver a Ecuador. «Allí por lo menos la gente puede tener un coche y una casa. Ahora parece que las cosas van allí mejor que antes». Lo mismo piensa Jorge Guncay, antiguo trabajador de la construcción al que la crisis inmobiliaria le ha dejado en la calle. «En mi país hay ahora más facilidades. El Gobierno está dando préstamos a bajo interés para abrir negocios, así que probablemente el año que viene me vuelva a casa».