DV. «Con un tema como el de la emigración es muy difícil dar respuestas. Es un problema tan multifactorial, tan complejo… Nuestro objetivo no era tan ambicioso. Queríamos plasmar el proceso de selección de los solicitantes de asilo en Suiza. No hemos querido reflejar siquiera la realidad de los solicitantes, aunque sí deseábamos que no fuesen meras estadísticas sino que tuviesen un nombre y que tomasen la palabra».

Habla Alice Sala, colaboradora de La forteresse, el documental sobre un centro de acogida de emigrantes suizo que se presenta esta tarde en el VII Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián. Alice, antropóloga de profesión, pasó dos meses conviviendo con el personal y los internos, «intentando comprender los problemas y los desafíos del centro», antes de que las cámaras pudiesen entrar por primera vez en un establecimiento de estas características.

Un año de negociación

Según comenta Claude Muret, guionista y montador del documental, «como todo en Suiza, fue un proceso largo y complicado. Hubo un año de negociaciones hasta que nos autorizaron a entrar en el centro». No rodar imágenes si no se contaba con el acuerdo de las personas, profesionales o solicitantes de asilo, que apareciesen en pantalla fue la principal condición.

Premiada con el Leopardo de Oro en Locarno, La forteresse ha sido cuestionada por su falta de una intención explícita. Según explica Muret, «el realizador Fernand Melgar está convencido de que es posible hacer un documental siguiendo una técnica de inmersión, sin centrarse en un punto de vista».

Alice Sala entiende el centro de refugiados como «un microcosmos de las relaciones entre norte y sur. Expresa una no comunicación en ambas direcciones. Son dos realidades tan diferentes que el norte no comprende al sur y el sur no comprende al norte».

Oasis de amor

La jornada del festival donostiarra se completa hoy con la proyección de la cinta de Singapur My Magic y de Oasis, que se acerca a una historia de amor entre discapacitados psíquicos.