María José Pizarro, hija del líder del M-19 colombiano Carlos Pizarro
"Mi madre puso una granada entre mis pañales y salimos"
La Vanguardia, , 23-04-2009Tengo 31 años: aún tengo preguntas de los 18, pero mi hija ha empezado a darme respuestas. Nací en Bogotá cuando mis padres estaban en la guerrilla, y me vine a Barcelona por Serrat. Soy joyera, como Aureliano Buendía. Colaboro en la exposición ´Ya vuelvo´, de Casa América
LLUÍS AMIGUET
Los liberales en Colombia eran una guerrilla… ¿Recuerda al coronel Aureliano Buendía en Cien años de soledad?
Sí, claro.
Pues habla de la guerra “de los mil días” en 1940. Al final, hubo una paz pactada, por cierto, aquí en Benidorm, con una alternancia de liberales y conservadores, pero parte de la guerrilla no la aceptó y es la que acabaría siendo las FARC.
Y ahí siguen todavía: en la selva.
Mi abuelo, almirante, era el jefe de las Fuerzas Armadas Colombianas, pero mi padre, Carlos Pizarro, con mis dos tíos, la tía Nina y tío Hernando, se hicieron comunistas y después guerrilleros de las FARC, como muchos jóvenes colombianos en los 70.
Una década guerrillera.
Pero mis padres entendían que la revolución colombiana no era la soviética, china o cubana, sino la colombiana, y que debía ser urbana y dinámica, ligada a la realidad del país y no una eterna sombra en la selva…
Una moderna guerrilla urbana.
Tampoco un semillero de héroes. Papá no quiso ser un héroe, sino gozar de la vida ante todo, el modelo colombiano. Por eso a los 18 años abandonó las FARC. Dejó una nota sobre el uniforme que decía: “Ya vuelvo”…
¿Algún significado oculto?
Seguro: a papá le gustaba la poesía. Las FARC lo buscaban. Mientras, los socialdemócratas de la Alianza Nacional Popular, la anapo,ganaron las elecciones, pero el gobierno se las robó; dio un pucherazo y por eso mis padres participan en la fundación, en 1973, del Movimiento 19 de Abril para exigir el respeto a la legalidad.
…
Y en 1974 roban la espada de Simón Bolívar para reivindicar el espíritu bolivariano, del que nadie hablaba entonces. Luego nací yo y poco después el M19 robó 5.000 armas al ejército haciendo un túnel bajo el arsenal.
Rififí revolucionario.
Que desencadena detenciones masivas. Mi madre recibe una llamada de aviso. Nos coge a la carrera y entre la bolsa de mis pañales pone, por si acaso, una granada de fragmentación. Me deja con mi abuela – que también es interrogada-y después mis padres son torturados en la Picota y Bucaramanga.
¿Qué le contaron de aquello?
Mi padre convirtió su cárcel en proceso al régimen. Tras tres años de convulso estado de excepción acaban por dejarlos libres con la ley de amnistía de 1983.
¿Y dejó las armas?
Aún no se daban las condiciones. Me enviaron un año a Cuba, después viví entre abuelas, bajo amenazas de muerte y secuestro; hasta que a los 8 años, cuando mi padre ya dirigía el M19, me enviaron a Francia, y pillé una depresión terrible allí solita.
Era sólo una niña.
Mi abuela dijo que prefería verme muerta a muerta de tristeza y me vino a recoger. Mi madre abandonó el M19, pero entonces secuestraron al conservador ÁlvaroGómez y tuvimos que vender la casa y huir a Ecuador, hasta que papá nos dijo que por fin el proceso de paz iba en serio y volvimos.
¿Tuvo tiempo de tratar a su padre?
Siempre que tomaban un pueblo llamaba a casa y me lo anunciaba. Yo sentía que era la parte más importante de aquello por lo que luchaba. Cuando dejó las armas, yo tenía 12 años. Se presentó a las presidenciales y ya no me separé de él. Entonces fui feliz.
De eso ya no hace tanto.
Era en 1990. Habían asesinado ya a otros tres candidatos, cuando le pedimos que se fuera o al menos – yo le pedí llorando-que se pusiera el chaleco antibalas, y dijo que era una tontería, que para qué si lo iban a matar de un tiro en la cabeza.
…
Al día siguiente lo asesinó de 15 balazos con una Mini Uzi un sicario de 21 años, que también murió al caer el avión en que volaban.
¿Qué pensó usted al saberlo?
Yo estaba en el liceo francés bajo otro nombre cuando llegó la directora y preguntó por mí, y yo pensé que me volverían a echar, porque me expulsaban de todos los colegios por miedo cuando se enteraban de quién era mi padre, pero me llevó a su despacho y allí estaba mamá llorando y lo adiviné todo, y no me acuerdo de nada de aquellos días.
¿Qué hizo luego?
Ya nadie nos molestó. Seguí estudiando hasta los 18 años, cuando me empecé a hacer preguntas. Viajé durante seis años por América buscando respuestas.
¿Cuándo volvió?
A los 23 me quedé embarazada de mi hija y decidí volver, pero entonces Carlos y Fidel Castaño admitieron haber instigado la muerte de mi padre, y ya no pude más. Me fui a la embajada española y pedí asilo. Me dijeron que escogiera ciudad.
¿Y…?
Pensé en Barcelona por Serrat y el Mediterráneo. Cogí mis corotos y me vine con mil euros que me dejó mi hermana.
Imagino que fue duro: esto no es fácil.
Estuve muy sola. Era inmigrante sudamericana; madre soltera joven y sin dinero. Fui empleada de servicio hasta que logré entrar de administrativa – gracias a mis idiomas-en una agencia hotelera por 700 euros al mes. Mi hermana me dio una beca y pude estudiar joyería en la Massana.
¿Por qué joyería?
Tal vez porque mi padre siempre decía que quería acabar frente al mar haciendo pescaditos de oro como Aureliano Buendía.
De un país cercano
María José habla conmigo un español cálido, dulce y expresivo, y con su novio ensaya un catalán aún tierno pero ya cargado de cariño. Su novio me apunta con orgullo que la joven ha estudiado joyería en la Massana. Después de escucharla, me bajo un vídeo de su padre, Carlos Pizarro, en la red y aprecio a través de años y millas que su carisma sigue vivo bajo su sombrero panamá. Lo veo armas en mano pidiendo justicia para el pueblo y, años después, entregando la última pistola del M19, y antes de morir candidato socialdemócrata en campaña, micrófono en mano pidiendo el fin “del ciclo inacabable de las guerras civiles colombianas”: haciendo campaña por la paz. Y no suena tan lejano.
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